COLUMNA INVITADA

Héroes caídos: un recordatorio

La muerte de 14 integrantes de la Marina Armada de México el pasado viernes despierta reflexiones y recuerdos. Ellos volvían tras un exitoso operativo

OPINIÓN

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Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Capturar integrantes del crimen organizado es una de las más poderosas manifestaciones de la fuerza del Estado. Cuando el o los detenidos son símbolos de inspiración para otros potenciales transgresores de la ley, el mérito de las instituciones es todavía mayor. Vivir desde las instancias de seguridad aprehensiones de alto impacto resulta una gran experiencia.

Se haya participado o no de manera directa en la localización y detención del o los objetivos, el sentimiento de orgullo invade el ser. Algo se transforma en la mente de quien se sabe ganador. Basta observar el lenguaje no verbal de quienes escoltan a un detenido o el de quien anuncia el suceso.

El Estado ganador encarnado en servidores públicos triunfadores. Poner a disposición a quien ha desafiado al Estado es un acto de autoridad que supera lo imaginable; es la culminación de un proceso largo de desvelos y desconcierto. Recuerdo haber leído en El manual del ciudadano contemporáneo, de Ikram Antaki, que: “los mexicanos no hemos vivido suficientemente las palabras que utilizamos”.

Es cierto. Mereceríamos vivir lo que experimentan las y los integrantes de los cuerpos de seguridad, para empatizar con ellos, no solamente en los momentos de gloria, sino en los momentos bajos. Las muertes en cumplimiento del deber no son únicamente bajo metralla traicionera. Muchos ofrecen su vida en tareas que van desde el abanderamiento de accidentes hasta labores de protección civil; de patrullajes de rutina, a la atención de alguna contingencia médica.

El destino, infalible como es, modifica repentinamente un momento de triunfo en luto. La fracción de segundo que basta para transformar nuestra vida aparece cuando menos se espera y es imposible evitarlo. La muerte de 14 integrantes de la Marina Armada de México el pasado viernes despierta reflexiones y recuerdos. Ellos volvían tras un exitoso operativo que tuvo como resultado la captura de uno de los narcotraficantes más buscados.

Seguramente lo hacían satisfechos, con la inigualable sensación del deber cumplido. En otras condiciones, también en un Black Hawk, en septiembre de 2013 perdieron la vida cinco integrantes de la Policía Federal, tras brindar apoyo a comunidades incomunicadas del Estado de Guerrero que sufrían los estragos de la tormenta Manuel. Esos cinco ex policías también habían participado en decenas de operaciones de alto impacto y detenciones relevantes.

La historia de la seguridad en México tiene centenares de episodios trascendentales y miles de héroes anónimos. Este texto pretende recordarlos y honrarlos. También, traer a la memoria que nada genera más confianza en la sociedad que atestiguar la fortaleza del Estado al perseguir y detener a los delincuentes que tanto daño generan.

Recordar, pues, que los abrazos hay que reservarlos para reconocer a nuestros héroes y a sus familias cuando caen en cumplimiento del deber y no para hacer vanos llamados a quienes cobardemente desafían al Estado mexicano con sus acciones criminales. La manera de honrar a los caídos es convertirlos en fuente de inspiración para cumplir los fines del Estado y actuar en consecuencia. No hacerlo, es traicionar su memoria.

POR MANELICH CASTILLA CRAVIOTTO

COLABORADOR

@MANELICHCC

MAAZ

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