COLUMNA INVITADA

Trabajos chatarra el nuevo sueño americano

Se necesita estar en grado de desesperación para migrar y arriesgar la vida, la dignidad humana, la separación de familias o permitir viajar solos a niños y niñas, jóvenes, que saben de antemano pueden ser vejados en cualquiera de las formas siniestras en que muchos depredadores se han convertido

OPINIÓN

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Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es una pena que miles de personas de México y, países de Latinoamérica, crucen la frontera hacia Estados Unidos de Norteamérica, de manera ilegal. Pero mucho más que arriesguen sus vidas, por trabajos chatarra. Déjame explicarme, el término trabajo chatarra, basura o Mac job (este último francés). Ha sido acuñado por muchos antropólogos sociales, pero en este caso, me refiero al que utilizó David Graeber.

Trabajos chatarra son la descripción de aquellos que tienen condiciones laborales precarizadas, es decir, con bajos salarios, tratos inhumanos y generalmente sin seguridad social, pero este tipo de empleos son tan necesarios que cuando existen paros en su desempeño. Se notarán inmediatamente.

Justamente son los trabajos a los que muchos migrantes consideran, les hará cumplir el sueño americano, ya que no requieren niveles educativos de alto nivel, considerados aquellos cuyas formaciones van del bachillerato a postgrados u obreros especializados.

Por supuesto, los migrantes, son presa fácil de malos tratos, que rayan en la esclavitud, debido a que trabajar, sin una condición migratoria aprobada, hará que sean parias dentro de un sistema al que paradójicamente sirven, dada su utilidad, debido a que se dedican, como ya he mencionado a actividades imprescindibles.

Lo anterior, genera carecer de acceso a la justicia, perpetuando la pobreza y la precarización del trabajo.

Así mismo, cada remesa como le llaman al dinero que envían a sus países de origen, están llenas del hambre o la mala alimentación que pasan, de condiciones de vida que no son adecuados y de sacrificios que en sociedades de primer mundo no son permitidas, ni para sus trabajadores de menos preparación, pero éstos trabajadores son esclavos, de un submundo que alimenta el supuesto gran sueño.

Mucho de lo anterior, tiene que ver con la educación, poca o nula, que se requiere para realizar estos trabajos, tales como limpiadores de oficinas, en horarios nocturnos, repartidores de comida por aplicación, agricultores, ayudantes en la ganadería, ayudantes de cocina, desguazadores, camareros, trabajadoras del hogar, dependientes, vigilantes, cuidadoras de enfermos (sin profesión). Labores que también existen en sus países de origen, pero con monedas devaluadas o de poco valor, que no llegan a solventar los requerimientos de vida, tales como la seguridad, alimentación, lugares dignos para habitar. Ya que, por estos mismos trabajos, se paga en dólares. La vida pierde su valor ante dificultades que sobrepasan la fuerza humana.

Se necesita estar en grado de desesperación para migrar y arriesgar la vida, la dignidad humana, la separación de familias o permitir viajar solos a niños y niñas, jóvenes, que saben de antemano pueden ser vejados en cualquiera de las formas siniestras en que muchos depredadores se han convertido.

Por supuesto, que aquellas personas no buscan un sueño, lo que pretenden es una realidad diferente, donde cobrar con una moneda que vale mucho más, podría comprar de alguna forma cierto bienestar, para sus familias, o para cada individuo.

Es una necesidad urgente, pues al llegar a un país con idioma, cultura y sentido de vida diferente, justamente por ello, son tratados de forma esclavizante en la mayoría de los casos, en vista de que no tienen derechos, ya que están amenazados con su retorno, y la mayoría han empeñado años de su vida, juntando el dinero que los cruzará hacia el estado de supuesto bienestar.

En términos reales, las autoridades de las fronteras saben, dónde están y, por qué lugares cruzan los migrantes, con adelantos tecnológicos como radares satelitales o detectores especializados, la corrupción es parte del todo, para ésta no existe frontera alguna, ya que es imposible, con tantos adelantos, no detectar a miles de personas que violan los preceptos americanos de migración.

Existe un lugar más atemorizante que el infierno, y eso se vive en muchos países en pobreza o inseguridad extrema. Me concentraré en México, siendo el país con más muertos en el mundo, sin tener una guerra.

Lo anterior, mina el futuro de cualquier persona, ya no necesariamente, en situación de pobreza, sino en cualquier circunstancia y, lo peligroso de omitir este detalle, será que en algún momento llegará el punto que se acercará la violencia a afectar los lugares en donde la gente se siente un poco más segura.

Los ejemplos sobran, ya que los delincuentes cobran, derecho de piso, en mercados, tortillerías y pequeñas empresas. Eso solo quiere decir, que estamos cerca de perder el desarrollo de muchos jóvenes que se ven impedidos a emprender un negocio, trabajar en lugares alejados y, subsistir sin miedo. Lo anterior, además, incrementa la fuga de cerebros en lugar de incrementar la ciencia en el país donde obtuvieron sus grados de licenciaturas, ingenierías y especializaciones.

Afectar el trabajo disminuyendo su calidad, es lo que sucede en países, donde se escapan del terror miles de personas, ante la impotencia de poder tener un futuro en sus hogares, entornos y comunidades.

Hace muchos años, España perdió gran parte de su patrimonio intelectual, durante la dictadura de Franco. Ello generó, una migración de guerra, y se precarizó su planta de trabajo. En aquellos tiempos la recepción de grandes intelectuales engrandeció a México, donde se fundaron el COLMEX, se llenaron de nuevos maestros a la UNAM, IPN y muchas otras escuelas que han dado paso incluso a premios Nobel.

Cada vez que escuchemos la palabra remesas, tengan presente que es la decadencia de un país y no de un próspero futuro.

POR SARA MORGAN
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
@MORGANSAREL

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