La rápida y constante evolución del coronavirus reportado por primera vez en Wuhan, China, a finales de 2019, ha llevado a científicos a cuestionarse sobre la necesidad de actualizar el nombre de la enfermedad de COVID-19 a COVID-22, debido a su reforzada capacidad de propagación que evade la inmunidad por vacunas y contagios previos.
La Organización Mundial de la Salud ha reportado cinco semanas consecutivas de aumento de contagios, la actual oleada es impulsada por los linajes BA.4 y BA-5 de la cepa Ómicron. A ellas se suma la aparición, ya en 10 países, de BA.2.75 (detectada en India) que es considerada como la más propagadora hasta ahora.
El SARS-CoV-2 ha mutado tanto que son muchas las diferencias con respecto a la cepa inicial. Ahora evade fácilmente la respuesta inmune y una persona puede recontagiarse en menos de un mes.
Autoridades sanitarias españolas han señalado que el coronavirus actual es tan distinto al de 2019 que es el momento de comenzar a hablar de un COVID-22.
El enigma ahora es cómo predecir el comportamiento que tendrá la pandemia, pues la tendencia esperada “se ha roto”. Con ello vuelve con fuerza la hipótesis sobre si el coronavirus salió o no de un laboratorio.
Tras dos años y medio, el coronavirus es igual de grave para aquellos que no están vacunados; las secuelas postCOVID, el COVID largo y neumonías posteriores no dejan de sorprender.
Occidente llama a aplicar una cuarta dosis, no para evitar enfermarse, sino para que no ocurra un cuadro grave o la muerte. La idea de un verano “normal” se diluye y todo indica que el cubrebocas nos acompañará un par de años más.
Las empresas deben considerar al teletrabajo como permanente ante los repuntes constantes.
Aunque las muertes son menores a las primeras oleadas, no dejan de ser constantes y con la explosión de casos se teme que los sistemas sanitarios se vean de nuevo desbordados. Francia reporta 200 mil casos diarios, España 85 mil.
Hay otra inquietud, miles de personas contagiadas han salido negativas en sus pruebas de antígenos, aunque sí están infectadas. Los expertos explican que las vacunas ayudan a que durante un cuadro infeccioso la carga viral sea menor, por lo que las pruebas no reconocen el cuadro infeccioso; por ello hay que esperar un par de días y repetir el test.
¿Qué se debe hacer? Urgen vacunas actualizadas, empresas farmacéuticas como Moderna y Pfizer ya desarrollaron dosis dirigidas particularmente a Ómicron. Probablemente necesitaremos refuerzos anuales.
Los gobiernos no deben relajar las medidas, la vigilancia es primordial ante la aparición de mutaciones.
Y, la población debe dejar de pensar en individual y ver en colectivo, el aislamiento es primordial ante cualquier sospecha de contagio. Un test negativo no es ciento por ciento confiable.
Ómicron parecía ser la variante que acabaría con la pandemia, pero no fue así.
POR ALEJANDRA MARTÍNEZ
ALEJANDRA.MARTINEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALEJANDRAMTZ_87
MAAZ