COLUMNA INVITADA

Hambre cero en México

La pobreza está en las calles llenas de niños que deben mendigar, aunque deberían estar en las escuelas. La pobreza duele. La pobreza en México existe. El hambre también

OPINIÓN

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Yaya Arévalo / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México

Regreso a casa después de un día largo de trabajo. Los últimos días han sido intensos, e incluso con viajes a otros estados. Manejo con pausa, y con todos mis sentidos en alerta. Tal vez ha sido el calor intenso, o probablemente la conciencia, que constantemente me habla. O quizá la pequeña niña indígena que camina en una banqueta con una caja de chicles a la venta, y que se paró de pronto para mirarme fijamente. O todo a la vez, que me vuelve brutalmente a la realidad que no me ha dejado dormir últimamente.

La pequeña esta descalza y tiene la frente sudorosa, pero siempre con una sonrisa, es la imagen contrastante de una felicidad infantil, en medio de un país sumido en la fantasía caciquil del gobierno, pero con una realidad que lastima. Y lastima porque la pobreza en México no cede. La inflación crece más rápido que nuestra capacidad para entender, no solo lo que sucede, sino el impacto directo que esto tiene en nosotros.

Recién, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL),

presentó la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, que es un seguimiento trimestral a la evolución del ingreso laboral y su relación con el costo de la canasta alimentaria, para determinar un porcentaje de pobreza laboral. Por decirlo llanamente: la pobreza está en las calles llenas de niños que deben mendigar, aunque deberían estar en las escuelas. La pobreza duele. La pobreza en México, existe. El hambre también. La pobreza, desde esta pequeñita, me miró a los ojos.

Rescato de ese informe, datos evidentes: entre el primer trimestre de 2021 y el primero de 2022, el porcentaje de la pobreza laboral disminuyó 3.2 %, al pasar de 42.0 % a 38.8 %, respectivamente. La inflación general anual promedio en el período fue de 7.3 %, cuando hace un año registraba 4.0 %. Los analistas dicen que el impacto económico aparenta no ser tan severo, porque se incrementó el ingreso laboral real per cápita 6.7 %, al pasar de 2 mil 671.44 a 2 mil 850.25 pesos, con una recuperación gradual de empleos que hoy suman 3.1 millones.

Son estadísticas frías. No nos muestran esa realidad que vemos en las calles, y en el sector productivo que ha tenido que adaptarse a la feroz circunstancia de la reciente pandemia.

La sonrisa y la ingenuidad de esta pequeña de la calle me exige sentir más y pensar menos. O quizá trabajar en un sentido. Imagino que el país y la sociedad mexicana tenemos una deuda total con todos los niños y niñas de México. 

Creo que la respuesta está en un esfuerzo compartido de los líderes que tienen una conciencia social de trascendencia y bien común en nuestro México. Una gran apuesta de reconciliación con nuestra gente. Sobre todo, con quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Con los que viven y sufren todos los días la pobreza, la marginación, las enfermedades, el hambre, la falta de la inclusión de la comunidad.

El hambre enferma, limita, agobia, entorpece la mente y el cuerpo, fatiga. Nos aleja de las escuelas. Es inaudito que hoy sigamos perdiendo mexicanos a causa del hambre. ¡El tiempo es hoy! 

Claramente debemos impulsar acciones para contener el hambre. Con esa idea, la plena convicción y el compromiso firme hemos iniciado, desde COPARMEX, a trabajar en un Modelo de Desarrollo Inclusivo que nos permita resolver los problemas de fondo de este país, iniciando por supuesto con el programa hambre cero, el cual logrará unir la fuerza y virtudes tanto de la sociedad civil como de la iniciativa privada, a través de alianzas con organismos que han trabajado de manera ejemplar los últimos años por esta causa común.

Pensemos en huertos urbanos con trabajo colectivo en comunidades autosustentables. Significaría construir comunidad y enseñar a la gente lo que es el bien común. Pensemos en un Banco de Alimentos que recupere la comida que se tira o se destruye y que administre adecuadamente su distribución. Pensemos en nueva infraestructura deportiva como complemento de la alimentación y condición insoslayable para la óptima salud. 

Desde la Consejería Delegada de Responsabilidad Social Empresarial de COPARMEX vamos a impulsar acciones para lograr una condición de hambre cero, en todo México. Y lo haremos, por esta pequeña de gran sonrisa y ojos tristes que me miró sin exigencia, pero con el corazón lleno de esperanza. Por todas las niñas, niños y jóvenes que hemos olvidado. ¡Lo vamos a hacer! #OpiniónCoparmex

POR YAYA ARÉVALO
PRESIDENTA DEL COMITÉ DE PROMOCIÓN Y ACTIVACIÓN DE LA RSE

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