COLUMNA INVITADA

Segunda vuelta electoral: una opción viable para un México más democrático

Es un seguro que protege a los ciudadanos de viejos vicios e ilusiones democráticas

OPINIÓN

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Georgina Trujillo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La semana pasada nos enteramos que las elecciones presidenciales de Colombia irán a una segunda vuelta. Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, quienes protagonizaron las preferencias electorales, con el primer y segundo lugar respectivamente, se medirán una vez más dentro de tres semanas, ya que ninguno de los dos alcanzó los votos necesarios.

En Colombia sólo puede declararse la victoria de un candidato presidencial cuando uno de ellos alcance 50 por ciento más uno de la votación.

De no lograrse este objetivo durante la jornada electoral, se toma a los dos candidatos más votados, se elimina a los demás contendientes y se lleva a cabo una nueva votación entre los dos punteros. Quien resulte ganador se convierte en el nuevo presidente.

Colombia, como muchos países en latinoamérica, tiene sus propios fantasmas de corrupción y populismo que exorcizar. Los colombianos hoy se debaten entre dos candidatos con un estilo polémico y fuera del molde tradicional. Ambos populistas, con los riesgos que conocemos, sean de izquierda o de derecha. Pero independientemente de quién logre la victoria, es el mecanismo de la segunda vuelta lo que tenemos que observar y tomar como lección los mexicanos.

Nuestra democracia nacional necesita redefinirse. Hasta ahora tenemos algunas asignaturas pendientes; entre ellas, regular esquemas de financiamiento privado a los partidos y, por supuesto, la segunda vuelta electoral; siendo esta última en elemento que permitiría evitar la polarización que las elecciones pulverizadas suelen generar.

Por supuesto que esta figura no la tomó en cuenta Morena cuando presentó su reforma. Fortalecer la legitimidad de las elecciones en los años por venir no parece ser una causa de prioridad para este gobierno, más bien están buscando la manera de debilitar a la autoridad electoral.

La segunda vuelta —o segunda ronda, como también se le llama— es un seguro que protege a los ciudadanos de viejos vicios e ilusiones democráticas, que finalmente sólo pulverizan el voto. Así no veríamos casos con victorias de candidatos con menos de 25 por ciento en las preferencias electorales.

Por poner un ejemplo, Andrés Manuel se ufana de tener una votación histórica, pero en realidad, por él sólo votaron tres de cada 10 electores registrados. No podemos llamar a eso necesariamente legitimidad.

El transitar democrático de México debe pasar por estos dos tamices que nos permitan tener procesos electorales más saludables y, sobre todo, equilibrados.

Necesitamos fortalecer la transparencia y la rigurosidad en el uso de los recursos públicos para partidos políticos, campañas y candidatos. A nivel internacional podemos encontrar, aquí y allá, ejemplos dignos de seguir para tomar mejores decisiones sobre cómo elegir a nuestros gobernantes.

Una vez teniendo mecanismos nuevos y confiables, la siguiente tarea es defenderlos. No sea que nos vuelva a pasar lo que ahora: llega un nuevo gobierno por la vía democrática, y pretende obstruir o deteriorar esa misma vía para todo aquel que venga detrás… aunque sea de su propio partido.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

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