En España, según reporta el diario El País, ocho de las 10 carreras con el acceso más difícil para los estudiantes están relacionadas con las matemáticas.
Para entrar a estos programas, los solicitantes necesitan, además de calificaciones extraordinarias, un resultado casi perfecto en la Evaluación para el Acceso a la Universidad.
Hay pocas plazas, pero es evidente que la demanda es muy superior a la oferta.
La demanda de los estudiantes por carreras de este tipo se alimenta, en buena parte, de la necesidad que hay en el mercado laboral de contar con estos perfiles.
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Los egresados, explica Ángel Gómez Nicola, decano de la Facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, “encajan en todos los puestos relacionados con el desarrollo de componentes y con el análisis de datos en compañías de cualquier sector.
“Las empresas son conscientes de la versatilidad que tienen esos perfiles”.
En el nivel de educación superior, el curso de acción más obvio ante estas circunstancias consiste en ampliar la oferta educativa de calidad.
En educación básica, en cambio, la prioridad debe ser mejorar la formación matemática de los estudiantes para, por un lado, facilitar su acceso a empleos mejor remunerados, y por otro, fortalecer el mercado laboral.
En México, la pandemia nos llevó en el sentido opuesto: las evaluaciones estandarizadas que se han realizado, hasta ahora, indican que las lagunas de aprendizaje entre estudiantes de primaria y secundaria son particularmente severas en la materia de matemáticas.
Las causas de estas deficiencias son numerosas, pero las evaluaciones permiten identificar ciertas tendencias que, a su vez, ofrecen pistas para determinar qué hacer.
En una evaluación que se aplicó a aproximadamente a 300 mil estudiantes, en distintas entidades federativas, los reactivos con el menor porcentaje de respuestas fueron esencialmente los mismos en todo el país.
Esto es un indicio de que, en ciertos temas, hay un problema evidente en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los menores de edad.
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Por eso me parece que un buen primer paso es llevar a cabo un proyecto de formación dirigido a docentes de matemáticas, quizá como parte de una campaña nacional de alfabetización numérica.
Una característica clave de este proyecto sería que la formación tuviera utilidad inmediata en el aula —no hay tiempo que perder—.
En lenguaje acuático, no podemos aspirar a ser una potencia olímpica en natación si la mayoría de los niños comete el mismo error elemental en la brazada.
POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO
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