DEFINICIONES

100 días de guerra

¿Ya nos acostumbramos a la guerra? ¿Cuánto más durará? ¿Dónde se detiene? ¿Cómo se detiene? ¿Qué será una victoria? ¿Qué, una derrota?

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ya han pasado 100 días desde que comenzó la invasión de las tropas de Vladimir Putin en Ucrania y parece que vamos hacia la ‘normalización’ de la guerra. 

Los bombardeos, ataques y choques bélicos que alarmaron al mundo hace meses, van volviéndose cosa cotidiana. Rápidamente comienzan a dejar de ser noticia, de ser novedad. Y eso es más dramático aún. Dramático porque, parece, ya no conmociona que haya más de siete millones de personas que han huido de territorio ucraniano (ONU) y existan ocho millones de desplazados internos, ya no sensibiliza demasiado que se cuenten por miles las muertes, ya no impacta tanto la ola de sanciones económicas. ¿Ya nos acostumbramos a la guerra? ¿Cuánto más durará? ¿Dónde se detiene? ¿Cómo se detiene? ¿Qué será una victoria? ¿Qué, una derrota?

 Porque en la guerra, más allá de bandos, quienes llevan la peor parte son los civiles, de uno u otro lado; población civil que poco o nada tiene que ver en el origen y desarrollo de esta invasión cuyas consecuencias en el mediano y largo plazo apenas podemos imaginar. 

Son millones de refugiados, miles de muertos en la zona de conflicto (cada gobierno trae sus datos), prácticamente las principales ciudades bombardeadas y tomadas por las tropas de Putin aunque Ucrania resiste y no entrega Kiev, mientras el mundo mira con horror las escenas de guerra que, a este paso, tienden a normalizarse y pronto dejarán de ser noticia. 

Todo sucede frente al fracaso de la diplomacia y los mecanismos para desactivar este tipo de actos bélicos. El ataque militar de Rusia a Ucrania fue largamente planeado y avisado. Nadie que haya seguido los dichos del presidente Putin, su narrativa y sus acciones militares desde hace meses, podría llamarse a sorpresa. Las señales estuvieron frente a la mirada del mundo. Nadie, sin embargo, pudo contener lo que estalló. La diplomacia, en ese sentido, perdió. 

Parece que el rediseño de la seguridad internacional, derivado de la Segunda Guerra Mundial, se agotó. En ese contexto, es innegable que la población civil de la zona bajo ataque está llevando la peor parte. Esa población poco tiene que ver con cálculos y ambiciones de un bando y otro. 

Si algo va quedando como lección, es que las vías diplomáticas, los espacios de conversación y deliberación —como el Consejo de Seguridad de la ONU—, han sido incapaces de detener una escalada en el conflicto. Quizá esos canales habría que revisarlos y replantearlos. Por ahora será difícil; el drama de la guerra se impone. 

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Las sanciones llueven por todos los frentes. De lo económico a lo cultural, pasando por lo deportivo y el entretenimiento, el mundo intenta estrangular a Rusia y dejar a Putin como el apestado, en solitario. Ni eso lo frena. Sus incentivos están en otro lado. ¿Qué sigue para los próximos 100 días, para las siguientes semanas? Parece que el panorama ni cambiará ni mejorará, antes de complicarse aún más.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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