COLUMNA INVITADA

¿Es posible ser un buen Judas?

Partimos de un hecho: existe un distanciamiento evidente entre el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal

OPINIÓN

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Juan Javier Córdova / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México

Partimos de un hecho: existe un distanciamiento evidente entre el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal.

Desayunaban juntos, en algunas ocasiones el presidente lo mencionó como alguno de los posibles sucesores, se enviaban reformas prioritarias al Senado. Todo terminó.

Razones, motivos y especulaciones hay muchas. Las evidentes y más “lógicas” hablan de una traición.

¿Quién puede traicionar? Naturalmente las traiciones se conciben en el círculo más cercano de quien es traicionado. El hombre de confianza, a quien se le cuentan pensamientos, estrategias, esperanzas, visiones a futuro, pero sobre todo miedos. El traidor defrauda a quienes han puesto en él o ella su confianza, haciendo lo contrario a lo que esperan de él.

La traición penetra en lo más sensible de nuestro espíritu y lastima en lo más hondo de nuestro ser.

Ser acusado de traición es hacerse acreedor al “peor delito que la infamilia soporta, a ser huésped del fuego que no se apaga”.

Tradicionalmente la imagen del traidor se relaciona con Judas Iscariote. Judas pasó a ser uno de los discípulos más famosos de Jesús porque cometió el peor de los crímenes: traicionar y vender por 30 monedas al Maestro.

Sin embargo, Nils Runeberg en palabras de Borges propuso el móvil contrario: Judas “renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como otros, menos heroicamente, al placer. Judas eligió aquellas culpas no visitadas por ninguna virtud: el abuso de confianza. Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno. Judas buscó el Infierno porque la dicha del Señor le bastaba. Pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres”.

Lo anterior no habla de un acto de maldad de Judas, sino de un acto de profundo amor y humildad. Entregar a su Maestro con el único objetivo de lograr que la palabra del señor se hiciera realidad. Se trató de una traición pactada, acordada y necesaria. El texto bíblico “El que ha mojado su pan en el mismo plato en que yo estoy comiendo, es el que va a traicionarme”, quizá no se trató de una acusación, sino de una orden explícita.

En la narrativa de la imagen política, la imagen del traidor es importante para la construcción de una imagen superior, la del maestro, la del líder, la del presidente.

En repetidas ocasiones al senador Monreal se le ha acusado por diversos hechos, que en política, se consideran actos de traición: la pérdida de la mitad de la Ciudad de México para Morena, amagar con salirse del partido si no consigue candidatura o incluso señalar acciones que él considera negativas de sus compañeros de partido. Llama la atención, por qué no ha sido sustituido como coordinador de los senadores.

Como él mismo lo ha mencionado, lleva muchos años cerca del presidente, más de 20. Lo ha seguido, ha compartido su palabra, ha hecho eco de sus actos.

Sólo falta constatar si actuará con la misma humildad que Judas actuó.

POR JUAN JAVIER CÓRDOVA
@JUANJCORDOVAC

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