MUJERES DE ACCIÓN

El Sistema penitenciario en los ojos de la mujer

La maternidad es una consecuencia directa de lo que la crianza en prisión relega y estigmatiza a las mujeres

OPINIÓN

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Laura Esquivel Torres / Mujeres de Acción / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Un aroma impregnado de desolación e injusticia, el eco de los pasillos y esas enormes paredes que recrudecen el frío, que encierran historias y albergan realidades a veces tan ajenas e indiferentes para quienes no conocen una cárcel, son el hogar y el único lugar que han visto desde su nacimiento, las niñas niños y sus madres que los habitan. 

La maternidad es una consecuencia directa de lo que la crianza en prisión relega y estigmatiza a las mujeres, el significado para ellas y para las infancias en México puede ser devastador. Hasta 2021 había 343 niñas y niños viviendo con sus madres privadas de la libertad. Algunos de los centros en donde encontramos a estas 340 madres y sus hijos e hijas, han sido, los peor evaluados por la CNDH.  

Estamos ante un sistema penitenciario que ha visto a más de 10 mil niñas y niños nacer en centros carcelarios, mientras que limita el acceso de las reclusas a preservativos, vulnerando sus derechos sexuales. Pero también hablamos de un sistema que ha visto al 73% de las mujeres no tener asistencia legal que les permita decidir qué pasará con sus hijas e hijos que están bajo su tutela una vez detenidas.  

Durante el año 2021, mientras que el 17.5% de las mujeres estuvo gestando sin recibir servicios de revisión y servicios prenatales, principalmente por la negación del personal médico para atenderlas, únicamente el 30.6% recibió un examen para detectar el cáncer de mama, y solo el 13.3% de las niñas y niños tuvieron acceso a material educativo, el 48.5% a un área exclusiva para dormir y el 77.4% acceso a servicios médicos. 

Esto quiere decir, que las hijas e hijos del 98.2% de las mujeres privadas de la libertad que viven con ellas pueden estar expuestos a constantes vulneraciones durante su crecimiento, y en el caso del 96.6%, desde que nacieron. Ante esto, es necesario reflexionar sobre las consecuencias que el desarrollo en estas circunstancias tendrá sobre las niñas y niños dentro y fuera de los centros penitenciarios.  

Bajo esta realidad, está claro el por qué las mujeres con hijas e hijos en los centros penitenciarios mexicanos sean pensadas como un grupo con necesidades específicas. Ellas no solo tienen que sobrevivir los delitos comunes en los reclusorios como los robos, homicidios, violaciones y abusos, sino que además tienen que asegurar la supervivencia de sus hijos e hijas probablemente expuestas también a riñas, motines, tortura y maltrato.  

Aunado a lo que viven las mujeres en los centros, por si fuera poco, padecen el abandono de sus familias, el sufrimiento de no poder cuidar de sus otros hijos o hijas, e incluso desconocer su destino, una defensa legal deficiente y jueces que sancionan con mayor rigor a las mujeres. 

Este sector invisibilizado requiere particular atención, comencemos por evaluar la Ley Nacional de Ejecución Penal a 5 años de su publicación, reflexionemos sobre las iniciativas para modificar la edad de las niñas y niños para que puedan permanecer con sus madres en reclusión hasta los 6 años y no a los 3 años como actualmente se prevé, y escuchemos también a las madres, y a sus hijas e hijos en reclusión. 

Laura Esquivel Torres

Secretaria Nacional de Promoción Política de la Mujer en el CEN del PAN  

SSB