Es inusitado que funcionarios públicos realicen sus propias campañas electorales desde los escritorios y oficinas que paga el contribuyente. Por encima y debajo de la ley electoral y sus reglamentos, al menos tres entre muchos otros, desafían abiertamente y con la complacencia presidencial la doble función del trabajo burocrático y lo que más les interesa: la candidatura que los lleve al poder supremo.
Siguiendo el ejemplo de su empleador, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Augusto López dicen que solo emplean los domingos en perseguir el sueño de seducir a la población. Los tres están empeñados en un donjuanismo conceptual donde la veracidad es puesta de lado para obtener la fama donde el rating es ahora la representación del pueblo soberano.
Cruzamos tiempos donde un gobierno sin límites hace lo que quiere ya que no existe la oposición que lo enfrente y lo lleve al marco jurídico. Nuestro INE, garante de elecciones limpias, sólidas y veraces, se encuentra bajo el acecho constante de una intimidación injusta y cruel que no pierde momento para menospreciarlo. Por ello, las corcholatas se dan vuelo y corren sin freno por todo el país.
Los tres lo hacen en forma semejante pero quizás el ejemplo que busca con mayor ahínco la omnipotencia mediática es Marcelo Ebrard. En un acto en Guadalajara que debiera ver los retos de la migración y las familias binacionales que viven en México y los Estados Unidos, lo sustantivo pasó a un segundo plano cuando el canciller ardientemente expresó: “¡A mí me ha destapado cinco veces el Presidente!” Y a partir de ese momento, señaló que recorrerá el país para buscar ser el candidato presidencial de su partido.
Aquí encaja la nueva tarea que El Heraldo realizará cada mes en una realización estadística en la que recabarán todas y cada una de las noticias publicadas en los principales medios de comunicación nacionales incluyendo más de 35 diarios, 30 emisoras de radio y canales de televisión que mencionen a los secretarios y otros actores políticos. Menuda tarea que nos permitirá saber quiénes son, que hacen y con qué resultados.
Sin proponérselo, está acción acusa un primer desmentido para Ebrard. No es él quien ocupa el primer lugar en las encuestas. Solo en algunas. Pero eso es secundario, lo relevante consiste en que la lucha política se ha convertido en rehén de las emociones colectivas.
Afuera y, desde tiempo atrás, el gobierno (sin importar los resultados y sus desaciertos), aspira a transformarse en eficiente seductor.
POR RAÚL CREMOUX
ESCRITOR Y PERIODISTA
@RAULCREMOUX
PAL
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