COLUMNA INVITADA

Origen no es destino

Memoria de un encuentro con otra niña rebelde

OPINIÓN

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Eufrosina Cruz / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Juan Manuel Jiménez / Punto y Seguido / Opinión El Heraldo de México

Hace unos días me reuní con los jóvenes de la Universidad Tecnológica de la Sierra Sur de Oaxaca, me invitaron a intercambiar opiniones con motivo de la publicación de mi libro “Los sueños de la niña de la Montaña”.

En ese encuentro descubrí rostros, que me hicieron viajar en el tiempo y remontarme años atrás, a mi casa de la infancia, cuando miraba mi sombra proyectada por el cabo de una vela; que alumbraba mis ojos para hacer la tarea y donde el humo volaba para escapar de la oscuridad y, quizá, hasta de la pobreza.

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El recuerdo vino de golpe cuando una de las estudiantes se acercó a mí y dijo, mirándome a los ojos: Me llamo Livia, yo también soy una niña de la montaña porque allá nací y también tengo sueños chingones, pero ¿cuál es la clave para cambiar un destino que por generaciones ha condenado a mis padres y abuelos, a mi comunidad entera, a repetir la misma historia de pobreza y marginación?

Eufrosina Cruz.

Esas palabras demuestran la realidad de las comunidades indígenas y afromexicanas de Oaxaca, donde los sueños terminan el día que los padres deciden casar a una jovencita, casi niña, a cambio de una pequeña dote que paliará su miseria por unos días o llevar a los niños varones al campo para que aprendan a trabajar la tierra.

Pero creo que el origen no es destino. Como ser humano, es demoledor pensar que no tendrás mejores oportunidades que tus padres y abuelos. Mi respuesta al cuestionamiento de Livia fue: el origen te define, pero no te marca como si fueras un dibujo que no se puede borrar. Estás viva, eres libre y tienes sueños y ellos te llevarán a cambiar tu mente, y si cambia, entonces cambia tu entorno y tu destino.

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Existen razones sociológicas, económicas y culturales para explicar lo que las estadísticas dicen respecto a que 8 de cada 10 mexicanas y mexicanos que nacen pobres mueren pobres, mientras que 7 de cada 10 que nacen ricos mueren igual o aún más ricos. Esta es una larga discusión, pero la única manera de romper este paradigma es: insistir, persistir, resistir y ser resiliente. En un país con tantas disparidades y tan pocas oportunidades, la única manera de lograrlo es arrebatar los derechos que la vida nos negó. Pero cuando hablo de arrebatar no me refiero a realizarlo de una manera violenta, autodestructiva o lesiva para la sociedad: arrebatar implica ser rebelde, no resignarse, abrir la mente, estudiar, sentir orgullo por nuestra cultura y nunca rendirse.

Y si el piso no está parejo para todos, entonces vamos a brincar para pisar más fuerte. Así es como el origen deja de ser destino para convertirse en nuestra mayor fortaleza y acicate para conquistar nuestros sueños, como hoy lo está haciendo Livia, la otra niña de la montaña.

POR EUFROSINA CRUZ MENDOZA
ACTIVISTA DEFENSORA DE LOS DERECHOS HUMANOS
EUFROSINA.CRUZMENDOZA2021@GMAIL.COM

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