MIRANDO AL OTRO LADO

Para no perderse en la confusión del momento

Va Por México se mantiene firme al 2024 y sumará parte o todo MC, junto con escisiones importantes de Morena

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Va Por México se mantiene firme al 2024 y sumará parte o todo MC, junto con escisiones importantes de Morena. La carrera por la Presidencia de la República promete ser dura y competida.

Esto viene del reto que la coalición legislativa integrada por PAN, PRI y PRD lanzó al oficialismo declarando una moratoria constitucional. Este posicionamiento no es solo sobre el rechazo a intentos oficialistas por aprobar reformas constitucionales regresivas. Es también una declaratoria donde la oposición informa al oficialismo que, por más que intente difamar y dividir la unión opositora, ésta se mantiene y se fortalece hacia el 2024. La moratoria constitucional es, en consecuencia, la respuesta de la oposición a los resultados electorales del domingo pasado.

El oficialismo, empezando por el Presidente de la República, ha lanzado una campaña mediática y política para desprestigiar y dividir a la oposición. Quiere destruir toda oposición desde ahora, buscando rendirla impotente ante las elecciones del 2023 y 2024. Ha incentivado a miembros del PAN y PRI a dividir a sus partidos.

Ha renacido dentro del PRI y PAN el debate que fue resuelto en el 2020 sobre la conveniencia, o no, de unir sus fuerzas. Se abre este debate insólitamente a pesar de enfrentar a un oficialismo resuelto a ganar elecciones forzosamente, incluso violando todas las leyes electorales y, de paso, destruyendo órganos electorales constitucionales del país. Renacen las divisiones internas en PAN y PRI, hábilmente construidas al servicio de Morena y al Presidente, para tratar de frenar la solidez de la unidad opositora. Y, de paso, le sirve para desmoralizar a la sociedad sobre las posibilidades de un cambio futuro a las condiciones políticas que hoy se viven.

El Presidente ha mostrado que sabe recompensar las deslealtades de personajes con embajadas y puestos lucrativos en la administración pública federal. El Presidente utiliza el presupuesto y el poder federal para conformar su músculo electoral. Piensa única y exclusivamente en elecciones. Ya no piensa ni siquiera en su legado como gobernante. Tampoco piensa en “sus obras” cumbres. Piensa exclusivamente en sus números. Vive obsesionado por esos malditos números de votos.

Se alegra por su “4-2” del fin de semana pasado, pero sabe que eso no resuelve su problema numérico. Podría ganar esos 6 estados en el 2024 y, aún así, perder la elección nacional. Los estados claves del 2024 están en fuerte competencia: Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Michoacán, Guanajuato. Ahí estará el resultado electoral que definirá quién se queda con la Presidencia de la República.

Fuera de esos estados, todo lo que se acumula es necesario, pero no suficiente. Y el Presidente no cuenta con la certeza de ganar todos esos estados. Después de seis años de gestión morenista lo único que puede presumir es un país sin resultados tangibles pero con mucha polarización y un marcado resentimiento entre los diferentes estamentos de la sociedad.

La polémica y polarización que ha incentivado no logran ocultar la falta de crecimiento económico, el desempleo de millones de mexicanas y mexicanos, además de la inflación galopante. A lo anterior se agrega la desastrosa gestión y de atención médica que dejará miles de muertes como herencia de su incompetencia, al que se suma un sistema educativo empobrecido, atacado por el fanatismo cuasi religioso de nuevos templos del populismo. Además, se suma una histórica crisis de violencia e inseguridad y el crecimiento del poderío territorial del narcotráfico a escala nacional, y, contrario a su oferta en campaña, una militarización sin precedentes, que sirve como amenaza directa al ejercicio democrático de la libertad del voto. Aunado a todo lo anterior, el Presidente se encuentra cara a cara con la joya de su corona: constantes y recurrentes casos de corrupción familiar.

Es por todo esto que el oficialismo quiere frenar la consolidación de la oposición antes de que sea demasiado tarde para la reproducción de sus intereses. Parece que calcula que es ahora o nunca. Sus adláteres han provocado debates estériles que abundan: “tiro o tiradero, sepárense de una vez, seamos serios, puros versus inmorales, ya nos conocemos, si saben contar no cuenten conmigo, etc”.

La coalición opositora debe decidir qué ruta quiere seguir de una vez por todas. O va a evaluar críticamente sus errores para corregirlos sobre la marcha o sucumbir al debate con el Presidente, lo que supondría reconocer la imposibilidad de avanzar y ganar, asumiendo un derrotismo desde ahora. En esta decisión las organizaciones ciudadanas y sociales que hoy se están integrando en un gran bloque histórico tiene mucho qué decir y dar orientación a los partidos, que a veces parecen confundidos. Los ciudadanos deben manifestarse contundentemente a favor de las correcciones necesarias de rumbo y prácticas, pero persistir en la marcha opositora unitaria hacia la victoria en 2024.

Al derrotismo hay que responderle con un contundente ¡nunca!

De ahí la importancia de la decisión sobre la moratoria constitucional. Y a quienes desde la oposición critican la decisión de declarar la moratoria constitucional por no ser “constructiva o seria”, habría que recordarles que no está en juego la seriedad (eso se perdió hace rato, ¿saben?) sino la República y la democracia. Y para defender a ambas habrá que asumir las condiciones de la batalla que se avecina, sin autoengaños ingenuos ni romanticismo torpe.

Nunca se puede suponer la derrota como destino. Es más, suponer la derrota desde ahora es rendirse al juego del oficialismo. Hay embajadas para dar y regalar. De eso debemos tener plena conciencia. Hoy será Corral, mañana Fayad y más adelante algún otro opositor “lúcido y puro”. ¿Quién da más?

Hoy la batalla es por ganar el terreno superior del estado de ánimo social. La sociedad podrá sucumbir al cántico oficial de que es una fuerza invencible e irrefrenable. Pero también el bloque opositor le ofrecerá la opción de convencerse a favor de la defensa de la pluralidad y la democracia como la ruta que el país merece. La oposición tendrá que combatir el estado de ánimo promovido por el oficialismo desde las mañaneras, ese púlpito que quiere aplastar la confianza del pueblo en sí mismo y promueve su resignación y le arrebata su confianza. El elemento de la subjetividad está presente y es importante. No se ganan las elecciones ni las batallas políticas únicamente con organización y dinero. Se gana convenciendo al pueblo de que hay una mejor oferta, pues de lo contrario el otro lado podrá fortalecer su alegato de la inevitabilidad de su victoria. Subjetividades que se convierten en objetividades: ultimadamente en votos en urnas con convicción.

Las buenas ideas contribuyen sustancialmente a la victoria en las elecciones. Las buenas ideas deben ser transmitidas con claridad y sencillez. La tiranía se rebasa con una oferta mejor, pero también con firmeza de propósito y claridad para alcanzar sus objetivos. He ahí las tareas de la oposición, para no perderse en la confusión y la subjetividad del momento.

POR RICARDO PASCOE

ricardopascoe@gmail.com

@rpascoep

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