En 1987, las transgresiones y omisiones a la salud femenina como derecho humano llevaron a un grupo de mujeres latinoamericanas y caribeñas a instaurar el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer. Esa conmemoración cada 28 de mayo, busca sensibilizar sobre las distintas enfermedades que padecen las mujeres y niñas, es uno de los esfuerzos que mantienen visible la lucha que busca garantizar el acceso universal a la salud y dignificar los derechos reproductivos femeninos, pero después de 35 años ¿Qué tanto hemos avanzado?
A pesar de que el comité CEDAW reconoció la obligación de los estados de incluir la perspectiva de género en el centro de todos los programas y políticas que involucren la salud de las mujeres, el gobierno federal ha sido el primero en demostrar, con acciones, que la salud de las mujeres no es una prioridad. Por ejemplo, el programa Salud Materna, Sexual y Reproductiva tiene el mismo presupuesto que en 2021, sin importar que la mortalidad materna aumentó en un 23% respecto a 2020, según cifras del observatorio de Mortalidad Materna en México y se recortaron los programas que buscan cerrar las brechas de género, como el programa Salud Materna, Sexual y Reproductiva de cara al aumento de mortalidad materna, debilitando el objetivo por el cual nace el Anexo 13.
Se estima que solo 16.4 mil mdp, lo que equivale al 6.9% del presupuesto total aprobado para el Anexo, serán destinados a los 25 programas que se tienen para garantizar, entre otras cosas, el acceso a la salud para mujeres y niñas. La tendencia de desfinanciar estas acciones se ha ido reforzando año tras año, donde cada vez más se asigna menor presupuesto. En 2019, estos programas recibieron el 14.8% y en 2021, solo el 9.5%. Estos recortes no han hecho más que empeorar la ya deficiente atención que tienen las mujeres en México.
Uno de los ejemplos más trágicos son las muertes de mujeres por cáncer de mama, presentan un constante aumento, pues la tasa de mortalidad en 2001 era de 14.3 en contraste con el 2020 que ascendió a 20.03, teniendo el mayor incremento entre 2015 y 2020, y no se ha tomado ninguna medida preventiva para su prevención
El desfinanciamiento es, en realidad, el síntoma de un problema estructural en donde los cortes presupuestales reflejan que los programas que buscan garantizar salud digna a mujeres y niñas no son prioridad. Somos desafiadas por un gobierno que no piensa en nuestro bienestar como un tema que merece una asignación presupuestal significativa. Necesitamos, exigimos y merecemos un gobierno que se preocupe y se ocupe por la salud de las mujeres.
Por: Laura Esquivel Torres
Secretaria Nacional de Promoción Política de la Mujer en el CEN del PAN
dhfm
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