Llegó de pequeño al norte de Michigan con sus padres, procedente de Jalisco, para trabajar levantando los cultivos de remolacha. Con el tiempo, estudió y mejoró su nivel de vida: obtuvo un empleo estable.
Vivió la tragedia de ver llegar oleadas de jornaleros inmigrantes pobres, sus paisanos del sur. Con César Chávez, gestionó mejores condiciones para los campesinos en el medio oeste. Se dio la oportunidad y tomó la dirección del Centro Cristo Rey, un lugar asistencial para hispanos y pobres en Lansing, la capital.
Tuvimos el privilegio de trabajar y hacer programas juntos por la raza: él como el primer alcalde hispano de la capital de Michigan y yo como Cónsul de México. Con Emilio Azcárraga convenimos el uso gratuito de series de televisión en español para el cable local, donde no se transmitía nada en nuestro idioma; donde las familias pedían programas en español para que sus pequeños practicaran el idioma y conocieran su cultura.
Con la gobernadora Granholm logramos el acceso de las licencias para conducir para los paisanos, con el antecedente de identificación con la matrícula consular. Él insistía que los jóvenes tuvieran acceso a la universidad y fue una de sus gestiones constantes, ya que la ley los limita por ser indocumentados. Juntos con el apoyo de su cabildo, gestionamos la apertura de cuentas de banco también para nuestra gente.
Uno de los actos más memorables que recuerdo, fue cuando él, primer alcalde de la capital michigana nacido en México, recibió con un discurso en español, al primer Presidente mexicano que visitó esa ciudad en el verano de 2004.
Tony Benavides terminó su periodo como alcalde y siguió dando la batalla por la equidad de oportunidades para su gente, hasta que, el mes pasado, el destino lo alcanzó a la edad de 84. Mucho tenemos que hacer por personajes como Tony, particularmente desde las esferas del poder, sea para facilitar su desempeño como gestores de su comunidad, sea como mexicanos exitosos en el exterior.
POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
YERBANIS33@GMAIL.COM
MAAZ