La Diplomacia es una actividad humana desarrollada desde hace miles de años. Acaso es desde el surgimiento de los Estados-Nación en el siglo XVIII que toma forma de cuerpos permanentes y profesionales y las convenciones que la enmarcan tienen apenas décadas de estar en práctica.
Ser “diplomático” puede ser incluso un adjetivo y serlo “poco” aún más. Pero, volviendo a ello como profesión en la actualidad nos muestra la encrucijada de un mundo en transición en el que la acción profesional de la diplomacia es sólo uno de los muchos escenarios en proceso de cambio.
La tecnología de la información ha alterado las formas tradicionales de la gestión diplomática, pero esto sucede desde que existen el telégrafo y el cable submarino. No hizo falta ni CNN, ni internet para que los agentes diplomáticos in situ viesen acelerados sus procesos de negociación y la representación fuese muchas veces sustituida por actores políticos más relevantes como los propios mandatarios o sus responsables de política exterior.
Más de una voz ha cuestionado incluso el mantener representaciones permanentes en otros países; por sus costos sobre todo. Las razones pueden ser muchas pero en su mayoría parecen estar dominadas por generalidades y aspectos presupuestales, pero poco se escucha de argumentos de fondo.
Resulta que hoy más que nunca y en un mundo cada día más cercano con una economía globalizada y en un amplio proceso de transición que pudiese incluso relativizar los límites de los Estados por cuestiones como cambio climático, crimen organizado, movimientos financieros; pero también por actores transnacionales no estatales como las ONGs, los flujos informáticos e informativos, supermillonarios y nuevas tecnologías, la presencia directa, LAS RELACIONES humanas e institucionales son el adhesivo necesario para que el andamiaje internacional funcione de manera fluída
Los diplomáticos de hoy lejos están de usar levita, como no sea en la presentación de cartas credenciales ante algunos gobiernos. Son agentes de cambio de los que se espera versatilidad, capacidad de adaptación, creatividad y ser propositivos, todo ello dentro de marcos institucionales y por el interés nacional. Esa es la encrucijada que enfrentan nuestros diplomáticos.
*Asociación del Servicio Exterior Mexicano A.C.
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MAAZ