Mañana los colombianos tienen una cita con su futuro, porque asisten a las urnas para elegir a su nuevo Presidente, bajo un ambiente polarizado de manera extrema, incluso con amenazas de muerte a los candidatos, que reviven el fantasma del magnicidio.
En el siglo pasado cinco candidatos a la Presidencia fueron asesinados por opositores, narcotraficantes o paramilitares de ultraderecha con la supuesta ayuda de agentes estatales: tres izquierdistas, uno de ellos exguerrillero, como el hoy favorito Gustavo Petro, y dos liberales.
No sólo eso, la desconfianza de los colombianos en el sistema electoral y el repunte de la violencia en zonas apartadas caldean los ánimos en la víspera de los comicios que relevarán a Iván Duque.
El Presidente actual de Colombia señaló en una entrevista con la BBC que si pudiera presentarse a las presidenciales sería “reelecto”, pero la verdad es que él vive en otra realidad, porque su gobierno estuvo marcado por varios estallidos sociales que sólo los confinamientos por el COVID-19 pudieron frenar.
Durante su gobierno, iniciado en 2018, Duque enfrentó, además de la pandemia, la implementación del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC y un éxodo venezolano por la crisis del país vecino que tiene la frontera entre ambos en un punto candente.
En cuanto al favorito, Petro es un senador opositor, exguerrillero y exalcalde de Bogotá de 62 años. Lidera las encuestas con 41% de las preferencias, aunque ese margen no es suficiente (50% + 1) para evitar una segunda vuelta que sería el 19 de junio.
Si Petro gana, sería la primera vez que la izquierda conquista el poder en ese país sudamericano históricamente gobernado por élites conservadoras y liberales. Y se sumaría a la ola de mandatarios de izquierda en la región.
En una eventual segunda vuelta, las encuestas prevén un duelo entre Petro y el derechista Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín de 47 años, con cerca de 27% de la intención de voto, aunque seguido de cerca por un outsider: el empresario independiente Rodolfo Hernández, de 77 años, e imposible de ubicar en el espectro político.
Lo cierto y preocupante es que la campaña estuvo marcada por amenazas contra los principales candidatos.
En el caso de Petro, tuvo que robustecer su esquema de seguridad y ahora habla en público con chaleco antibalas y es protegido por un cerco de escudos blindados. Gutiérrez también denunció intimidaciones que, sumadas a un clima enrarecido por la violencia, despierta el miedo.
Lo inevitable es que el nuevo mandatario de Colombia tendrá que atender asuntos bastante espinosos, como son las negociaciones de un hipotético acuerdo de paz con las guerrillas (ELN y disidencia de las FARC).
Otro tema de índole prioritario, es como sería la nueva relación con el gobierno de Venezuela que encabeza Nicolás Maduro, especialista en apagar fuegos en su contra, hasta el día de hoy hay un pleito abierto con el gobierno derechista de Duque, pero esa tendencia puede dar un giro completo con Petro.
POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADOR
ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
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