MIRANDO AL OTRO LADO

La duda y el paredón en Cuba

El nuevo Código Penal en Cuba incluye, insólitamente, la posibilidad de la pena de muerte contra delitos

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El nuevo Código Penal en Cuba incluye, insólitamente, la posibilidad de la pena de muerte contra delitos como “la difusión de noticias falsas”. Organizaciones y defensores de los derechos humanos en todo el mundo han denunciado a este nuevo instrumento penal en Cuba como un reflejo del miedo de las autoridades al creciente descontento de la población con la situación represiva que priva en ese país.

Aprobado por el pleno del Poder Popular cubano (el Parlamento de aquel país) el domingo 15 de mayo, el nuevo Código Penal “protege al sistema político y estatal socialista, de conjunto de acciones y actividades que se cometen contra el orden constitucional y con el propósito de crear un clima de inestabilidad social y un estado de ingobernabilidad”, según informó Remigio Ferro, el presidente de Tribunal Supremo Popular (equivalente al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en México).

¿Cuáles son esas condiciones de “inestabilidad social y un estado de ingobernabilidad” a que hace referencia Remigio Ferro?

Según informes de organizaciones independientes cubanas y de derechos humanos internacionales, el saldo de las protestas del 11 de julio de 2021, es de muchos presos políticos, arrestados porque miles de cubanos salieron a las calles en cientos de poblaciones en protestas pacíficas para reclamar a su gobierno por la carestía, la falta de oportunidades, el mal manejo de la pandemia de Covid y la falta de libertades de expresión y políticas en la isla.

Lo que es normal en cualquier país razonablemente democrático, en Cuba es considerado por el Estado como subversión con tentativa de derrocar al gobierno y el Estado socialista. Esas protestas fueron la motivación a las modificaciones recientes al Código Penal cubano.

Tan se asustó el Estado cubano y el gobierno con las protestas, que el Presidente Díaz Canel tuvo, como primerísima reacción, la convocatoria a todos los militantes del Partido Comunista Cubano (PCC) y, en especial, a las Fuerzas Armadas a salir a las calles y reprimir con violencia “revolucionaria” a la supuesta asonada golpista. Era una convocatoria a la guerra civil en Cuba.

¿Fue una asonada golpista o era simplemente un pueblo hambriento reclamando al gobierno cambios en la política económica y libertad de expresión?

En el momento de la visita del Presidente López Obrador a la isla, había más de mil presos políticos por las protestas del 11-8, muchos de ellos torturados por elementos del Estado. Algunos menores de edad incluidos, han sido sentencias que varían de 3 a 30 años, dependiendo de la “gravedad” del delito. Ese simple hecho habría sido suficiente para declarar a Cuba como una dictadura.

El nuevo Código Penal cubano compedia 28 artículos que definen las sanciones aplicables a, por ejemplo, “delitos contra la seguridad del Estado, terrorismo, tráfico internacional de drogas y asesinato”. La pena de muerte puede ser aplicada en cualquiera de estos delitos. Para el gobierno cubano, prácticamente toda acción de protesta, incluso de conciencia, puede ser considerada como un atentado a la “seguridad del Estado” o, si se quiere, como delitos de “terrorismo”.

Desde un punto de vista general, estos delitos inevitablemente incluyen toda la conducta de todo ser humano, porque justamente lo que nos define es nuestra naturaleza discorde y cuestionadora. Eso es lo que distingue a los humanos de otras condiciones: nuestra disposición a cuestionar y a dudar. ¡La maldita duda! En Cuba la duda te puede llevar al paredón.

La protesta en la calle en Cuba es punible, como lo es también la publicación de información falsa, incluso con la pena capital. ¿Información falsa, según quién? Para el Estado toda información que no haya sido aprobada y publicada por sus medios es información falsa o tendenciosa.

Cuba es una sociedad que vive con miedo. El Estado, el gobierno y las Fuerzas Armadas viven con miedo porque sienten que ese día en el que tengan que rendir cuentas por sus conductas represivas se acerca, ahora más temprano que tarde. Y la sociedad vive con miedo, por el aquí y ahora, por temor a no poder comer o atender una necesidad de salud, pero con miedo a protestar contra la estrechez y miseria en la que se vive.

En Cuba, todos tienen miedo. El gobierno teme a la sociedad y la sociedad le teme al gobierno. La desconfianza es lo que priva como el estado de ánimo social predominante en la isla.

En este contexto, cómo no va a imponer el gobierno cubano un Código Penal que sea, como lo definió Yoani Sánchez, “un compendio detallado de los principales miedos del oficialismo…Este es, en realidad, un glosario de los terrores del castrismo y de sus intentos desesperados por frenar lo que de todas formas llegará”.

Señaló Sánchez también que “El Código Penal pensado para atarnos a todos apunta a que lo ha redactado un sistema hundido en la desconfianza hacia la sociedad y en el pavor al futuro”.

Justamente por este contexto de una Cuba de dolor, silencios, prisiones y represión, es que desalienta la actitud del Presidente López Obrador (y, en general, de la izquierda latinoamericana) ante su complacencia por un gobierno que justifica su dictadura cívico-militar con una narrativa diseñada para mantenerse en el poder, basándose en la existencia de el injusto e innecesario bloqueo estadounidense, que, por cierto, los cubanos han sabido evadir mayormente. Este cambio al Código Penal se aprobó una semana después de la visita del Presidente mexicano. ¿Tuvo algo que ver?

La dictadura cubana no es una consecuencia del bloqueo estadounidense, como lo refiere López Obrador. No: la dictadura es un producto directo de la concepción de un régimen político de partido único, fundido en el Estado, y cargado de respuestas incuestionables para todos los ciudadanos en todos los aspectos de su vida, hasta los más mínimos detalles. Esa concepción del régimen política que se construyó en Cuba existió antes del bloqueo, antes de la asociación con la Unión Soviética. Nació en el seno del movimiento de Fidel, Raúl, Che Guevara. Primero vino la concepción política, luego el derrocamiento de Batista, luego el establecimiento del régimen de partido único. Era la época de las luchas de descolonización después de la Segunda Guerra Mundial, en África, Medio Oriente, Asía, el Caribe y América Latina. Predominaba el socialismo real, que pregonaba el sistema de partido único, fundido en el Estado.

La concepción del régimen de partido único viene de la ex Unión Soviética, como un supuesto aporte de Marx, Lenin y Trotsky, aunque ninguno de ellos planteó la necesidad del partido único. Esa fue una creación de Stalin, devenido hoy en musa de Putin y de muchas izquierdas, especialmente la china y la latinoamericana.

La democracia, que debiera ser una preocupación central de las izquierdas, apenas se asoma en su agenda, y es suplantada por su preocupación por los pobres. Es un gran debate civilizatorio.¿Qué viene primero: democracia o combate a la pobreza? Los líderes que se dicen de izquierda, como los de Venezuela, Nicaragua, Cuba y ¿México? parecen decirnos que primero los pobres y después la democracia. Y como no logran resolver la pobreza, tampoco habrá democracia.

Por lo pronto, la sociedad cubana no goza de democracia y vive en la miseria material. Y el nuevo Código Penal pretende extender en el tiempo el impedimento al ejercicio de las libertades políticas.

Y México vive colocado del lado equivocado de la historia.

POR RICARDO PASCOE

ricardopascoe@gmail.com

@rpascoep

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