POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

El interés nacional es el bienestar de las y los mexicanos

Son líderes visionarios porque saben explotar nuevas oportunidades. Con frecuencia establecen, en el momento adecuado, alianzas provechosas con los aliados convenientes

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Desde los tiempos de los pensadores de la Grecia clásica, como Tucídides, los estudiosos de la geopolítica coinciden en que la conducción de la política exterior de un estado es un arte extremamente difícil, que solo los grandes dirigentes logran dominar. Se trata de líderes fuera de serie que en los hechos logran demostrar una gran solvencia en la conducción de sus estados. En situaciones muy complejas que afectan la estabilidad, e incluso la sobrevivencia de sus países, saben implementar estrategias adecuadas, y tomar las decisiones correctas para incrementar la influencia de sus países frente a otros estados.

Son líderes visionarios porque saben explotar nuevas oportunidades. Con frecuencia establecen, en el momento adecuado, alianzas provechosas con los aliados convenientes. Nunca se distraen o buscan distraer. Siempre saben eludir riesgos innecesarios que amenacen el bienestar de sus poblaciones. A este tipo de líderes se les reconoce por una cualidad muy escasa: saben imaginar y construir nuevos escenarios internacionales donde los líderes menores no ven nada. No son mártires. Logran sus propósitos. Son exitosos. Por eso se les llama “estadistas” y son los líderes consentidos de la historia. Tengo en mente a Benito Juárez, o a Winston Churchill.

Cuando se consolidó la existencia de un sistema internacional de estados en la paz de Westfalia en 1648, empezaron a surgir escritos muy profundos sobre el concepto de “interés nacional” de un estado, y las estrategias que deben seguir los gobernantes en turno para satisfacerlo. Un siglo antes, Maquiavelo dedicó una parte importante de su obra a lo que él consideraba el verdadero interés nacional de Italia, que era lograr su unificación, para enfrentarse a los grandes estados nacionales de su época, Francia, España, Austria o el Reino Unido.

Todos los estados tienen derecho a promover su interés nacional, siempre y cuando lo hagan de manera pacífica. Se espera que todos los gobernantes promuevan activamente, en sus relaciones con otros estados, los intereses de su país. La defensa del interés nacional no necesariamente implica confrontación con el interés de otros estados, porque la mayor parte del tiempo hay convergencia de intereses. Hay cooperación internacional. 

El problema surge cuando los dirigentes de un país tienen una percepción distinta de cuál es el interés nacional de su país, en un escenario concreto, o en un momento especifico. Las diferencias ideológicas, la diversidad de intereses políticos, e incluso falta de información adecuada, explican esas diferencias. Una forma de superarlas, es redefinir el interés nacional de un país en términos del bienestar real que le proporciona a su población, a su gente, siempre y cuando sea por medios pacíficos y ajustado al derecho internacional. 

Todo aquello que contribuye al bienestar de las y los mexicanos, a elevar su calidad de vida, o a mejorar al planeta, representa nuestro auténtico interés nacional. Eso se puede lograr con acciones al interior del país (con programas económicos, sociales y ambientales), apoyados con una política exterior coherente y robusta en el escenario internacional. 

Por lo tanto, la política exterior de México no debería sujetarse nunca a concepciones ideológicas prestablecidas, a alianzas con gobiernos que no protegen a sus poblaciones, o a estrategias políticas que en nada contribuyen al bienestar de las y los mexicanos. 

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Por su ubicación geográfica, vecino de Estados Unidos al norte, y al sur con los países con los que formamos la región de Mesoamérica -Belice, Guatemala, El Salvador y Honduras-, un tema fundamental para México es encontrar fórmulas humanitarias, respetuosas de los derechos humanos, para administrar los flujos migratorios en la región, que están creciendo por la inseguridad, la falta de crecimiento económico suficiente y oportunidades en nuestros países.

Pocos temas son tan sensibles y sentidos para nuestra población como la migración. Los casi 12 millones de mexicanos nacidos en nuestro territorio que han migrado a ese país, junto a los 26 millones de estadounidenses que son descendientes de mexicanos, forman una población de 38 millones de personas, sumamente importante para los 130 millones de mexicanos que habitamos en nuestro territorio. Para ilustrar este punto, basta recordar la importancia de las remesas que sus familiares envían desde Estados Unidos para el bienestar de millones de familias mexicanas. En muchos casos, se trata de su único ingreso. Para esas familias, las remesas son materia de sobrevivencia

Por esa razón, la reciente visita del Presidente López Obrador a los países mesoamericanos fue muy importante. Se dijo que se trataba de demostrar que la mejor solución para prevenir más flujos migratorios irregulares es la inversión productiva en esas naciones con programas como “Sembrando Vida” y “Jóvenes construyendo el futuro”. Correctamente, el acento se puso en insistir a Estados Unidos que debe cumplir su anunciado compromiso de invertir cuatro mil millones de dólares en la región, y que hasta ahora no se ha materializado. Sin duda, ese es nuestro interés nacional, porque los acuerdos que se logren en materia migratoria con Estados Unidos afectan directamente el bienestar de millones de mexicanos en los dos países.

Con esos antecedentes, me resulta incomprensible el anuncio del presidente de no acudir a la IX Cumbre de las Américas, que tendrá lugar del 6 al 10 de junio próximo, en Los Ángeles, California, porque el gobierno de Biden, anfitrión de la reunión, ha decidido no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres regímenes dictatoriales. Además de que se trata de una descortesía descomunal con el gobierno del país con el que México comparte intereses económicos, de seguridad, ambientales, y sociales fundamentales, la decisión es extraña. Ninguno de los dirigentes de esos tres países hubiera hecho el viaje a California en caso de haber recibido una invitación. Tanto Maduro como Ortega tienen causas pendientes en los tribunales estadounidenses, que hacen imposible que pisen el territorio de ese país. De hecho, Ortega anunció hace varias semanas que no asistiría a la Cumbre de ninguna manera. El régimen cubano tampoco es popular en Estados Unidos.

Es entendible que el presidente insista públicamente en la participación de esos países en la Cumbre mencionada. Pero anunciar que él no asistirá porque no se invita a las tres dictaduras, es renunciar a la posibilidad de que juntas las naciones mesoamericanas formen un frente común para comprometer a Biden a cumplir sus compromisos en materia migratoria. Las presiones migratorias seguirán creciendo. Es muy posible que veamos nuevas crisis humanitarias este año en nuestro territorio. Al no asistir a la Cumbre, López Obrador está sacrificando nuestro interés nacional. 

El presidente está desperdiciando la oportunidad de incrementar significativamente su influencia regional y dentro de Estados Unidos. Sin lugar a dudas, su presencia en la Cumbre de Los Ángeles, la ciudad más mexicana de nuestro vecino, es la que mayor expectativa había despertado. Al anunciar su autoexclusión, está dejando colgados de la brocha a millones de connacionales en ese país que esperan recibir su apoyo. No está contribuyendo al bienestar de bienestar de los mexicanos y mexicanas en los dos países. Ojalá y rectifique.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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