COLUMNA INVITADA

Debanhi y su legado involuntario

Millones de mujeres jóvenes se vieron reflejadas en su imagen solitaria en la carretera y sintieron su muerte como la de una amiga cercana

OPINIÓN

·
Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Es contra natura que los padres acudan al sepelio de sus hijos. No importa si algunas herramientas espirituales invitan a la resignación con el argumento de que una fuerza superior tenía mejores planes para quien partió a destiempo.

El dolor está allí, haciendo estragos en la salud, terminando para siempre con la paz de quienes se despiden, pues esas familias
reciben una herida que no cerrará nunca, aunque el dolor intenso cese paulatinamente. Uno de esos casos es el de la joven Debanhi Escobar, cuya desaparición generó una movilización mediática excepcional y su posterior hallazgo –en la cisterna en un motel a un lado de la carretera– indignación general.

Muchos y diversos factores afectan el curso de una investigación: desde la incapacidad técnica y operativa de las corporaciones
policiales e instancias de procuración de justicia, hasta la presión social y mediática, y no en pocos casos, las de carácter político.

Por ello, en estas líneas no analizaré una investigación en curso, ya suficientemente desacreditada por errores iniciales, sino que trataré de rescatar algunos aspectos que no debemos dejar pasar por alto, en medio de la tragedia.

¿Pudo evitarse la muerte de Debanhi?

Es la pregunta que anima la presente la reflexión y no el análisis ligero propio de las redes sociales y un sector del periodismo de escándalo que en nada abona para evitar la repetición de situaciones similares.

TE PUEDE INTERESAR: Delincuencia organizada, ¿ingeniería para la impunidad?

Se sabe de Debanhi Escobar era una joven en edad de divertirse, que, como cientos de miles de hombres y mujeres cada fin de semana, encontró razones para prolongar su fiesta. Se conoce que estuvo acompañada de dos “amistades”, una que conoció cuatro meses atrás, y otra esa misma noche.

Debanhi hizo presencia en por lo menos tres fiestas distintas, en donde conoció a más personas con las que decidió ir a la caza de más diversión. Hasta ahí todo pareciera el guion de un fin de semana cualquiera en la vida social y festiva de millones en todo el mundo.

¿Qué llevó a Debanhi a quedarse sola, de madrugada y probablemente en condiciones que incrementaron su puesta en peligro? Mucho hay por analizar y comprender para responder a esa pregunta, pero su imagen a la orilla de la carretera será un recordatorio sempiterno para muchos padres de familia, grupos de jóvenes, maestros, autoridades y sociedad en general, de la vulnerabilidad que puede y debiera evitarse.

Las razones son obvias y sobra explicarlas. Debanhi, con su falda larga, blusa escotada, zapatos deportivos y bolso al hombro, al pie de una carretera, como la retrató el taxista que la dejó en ese punto, conectó con millones de mujeres jóvenes que se vieron reflejadas en ella y que sintieron su muerte como la de una amiga cercana.

Debanhi Escobar, sin saberlo, se convertiría en el símbolo de la indignación, pero también en el de la conciencia y reflexión sobre el rol que, como sociedad, empezando por el núcleo básico, la familia, y los círculos ampliados, el de las amistades, nos corresponde en la prevención.

Debanhi, involuntariamente, dejó un gran legado, que no debemos ignorar.

Manelich Castilla
Colaborador
@MANELICHCC

SIGUE LEYENDO

Azul Cobalto

Seguridad como manifestación de poder

MAAZ