COLUMNA INVITADA

10 de mayo: Así lo vivieron las madres de personas desaparecidas

Nada que celebrar para miles de mujeres que buscan, hasta por debajo de la tierra, a sus hijas e hijos

OPINIÓN

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Mariana Gómez del Campo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Rastrear, buscar y encontrar a una hija o a un hijo, las ha llevado a recorrer el territorio de un país permeado por la violencia, la injusticia y la impunidad. 

El significado del Día de las Madres ha perdido su esencia para las miles de mujeres que se han visto obligadas a convertir la búsqueda en el pilar de su existencia. 

Tener una hija o un hijo desaparecido significa para las madres un múltiple sufrimiento: el dolor de la ausencia en sí misma, la agonía de la incertidumbre, enfrentarse con la inseguridad que viven al realizar sus jornadas, así como la revictimización, poca empatía e ineficiencia de las autoridades. La fortaleza, la sensibilidad, el amor y la resistencia les han permitido superar los escenarios de terror que enfrentan. Son las madres rastreadoras, quienes desde hace varios años, con la esperanza de encontrar a sus hijas e hijos, han rescatado cientos de cuerpos sin vida, pero también a cientos que han regresado a sus hogares. 

El Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas, tras su visita a México, determinó que se requieren, al menos, 120 años para encontrar a las casi 100 mil personas desaparecidas en México. 

Lo anterior, siempre y cuando se dejaran de sumar más personas a la lista, y desde luego, si las autoridades realmente hicieran bien su trabajo y buscaran a las y los desaparecidos.

Son madres, hijas, hermanas y esposas las que se arman con palas en mano, varillas, picos y playeras impresas con los rostros de sus familiares. 

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A lo largo de su búsqueda descubren fosas clandestinas, desentierran restos humanos en lugares inhóspitos y revelan la ubicación de centros de exterminio, no las detiene ni siquiera el miedo de arriesgar sus vidas. 

Las madres rastreadoras son un ejemplo de dignidad ante la ausencia de la acción de las autoridades, su existencia pone sobre la mesa que el Estado es incapaz de garantizar la supervivencia de la ciudadanía.

La impunidad marca el camino de las madres mexicanas para encontrar a sus hijas e hijos. Ya no creen en la justicia mexicana. 

La lucha para encontrarlos no basta con tener otros datos, ya que cada uno de ellos tiene un nombre, un rostro y una historia.

Cuando las madres salen a marchar, cuando instalan esos tendederos con los nombres de sus familiares, se abre una oportunidad para que la sociedad escuche, aprenda y se solidarice con la exigencia de la verdad y la justicia.  

Hoy, en nuestro país, a las personas desaparecidas no las busca el Estado, las buscan sus madres. 

10 de mayo: nada que celebrar para miles de mujeres que alzan la voz en las calles y buscan hasta por debajo de la tierra a sus hijas e hijos. Al tiempo…

POR MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO

SECRETARIA DE ASUNTOS INTERNACIONALES DEL CEN DEL PAN

@MARIANAGC

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