CLARABOYA

La falla humana masiva

Una semana más y desafortunadamente seguimos siendo víctimas de una barbarie para la cual no existen instituciones

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Una semana más y desafortunadamente seguimos siendo víctimas de una barbarie para la cual no existen instituciones, mecanismos o protocolos suficientes o capaces de frenar los índices cada vez más altos de violencia que asola nuestro país, particularmente en contra de mujeres, jóvenes y niñas que han tenido que crecer bajo la idiosincrasia medieval de que la mujer es un bien sobre del que se puede disponer o que carece de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro.

Tristemente vivimos en un país cuyas autoridades sólo responden ante el escrutinio público cuando el caso se vuelve mediático, afecta aspiraciones políticas o implica jurídicamente a los involucrados dentro de las diversas instancias de gobiernos locales, municipales, estatales y federal. Solamente la impunidad se compara con la vorágine que vivimos a diario. Van de la mano, queriendo normalizar el dolor de cada vez más mujeres hartas de vivir el desasosiego de saber si regresarán a casa después del trabajo o la escuela; o el de aquellas decenas de miles de familias de personas desaparecidas que incansables siguen en su búsqueda, aunque ello les cueste la vida misma.

No dejo de pensar en aquella foto de Debanhi tomada al costado de la carretera, la incertidumbre, la vulnerabilidad, la impotencia… Impotencia de saber que, así como ella, millones de niñas y mujeres corren peligro porque vivimos en una sociedad en donde se nos trata como individuos de segunda clase, porque se nos responsabiliza por como vestimos, por quienes son nuestros amigos o por la hora a la que salimos. En otras latitudes del mundo esa misma foto representaría libertad, autonomía y seguridad.

En contraste, nuestras autoridades abusan de nuestra inteligencia argumentando “fallas masivas humanas” durante una serie de acciones que, decididamente no pueden ser catalogadas como procesos, en las que no sólo no cumplen con su obligación constitucional de proveer de seguridad a la población, sino que victimizan y revictimizan sistemáticamente a las familias una y otra vez.

Se querrá seguir culpando al pasado, a las autoridades estatales, o minimizar las cifras y los hechos desde la seguridad del Palacio Nacional, sin embargo, lo que hoy verdaderamente trasciende es que no hay gobernabilidad, Estado de Derecho, ni credibilidad en un gobierno que no sólo no demuestra resultados, sino que no entiende el problema y lo minimiza.

Las “fallas humanas masivas” son de quienes permitimos gobernantes así, de quienes se vuelven insensibles ante la violencia, la impunidad, la corrupción y/o niegan que lo que vivimos en México es una tragedia de proporciones bélicas. No es hasta que lo sufrimos en carne propia que genuinamente sentimos el peso de un Estado que no sólo no se responsabiliza ni mucho menos actúa, sino que invisibiliza.

Afortunadamente, el esfuerzo de familiares y la comunidad civil organizada continúa dando pasos decisivos para el esclarecimiento de este y miles de casos pendientes en todo México. Son cada vez más las voces que se unen al clamor en espacios de alto impacto y toma de decisión que van contribuyendo, paso a paso, a visibilizar, honrar y proteger a quienes ya no están y a quienes les recordamos a diario.

POR AZUL ETCHEVERRY
AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 

@AZULETCHEVERRY

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