MALOS MODOS

La revocación y los pecados de Ciro

Decir que ha dejado de ser un árbitro para volverse un equipero es, claro, una falacia

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pecados de Ciro Murayama: una entrevista muy sonada, por cáustica, con Brozo, y, antes, respuestas igualmente ácidas al obradorismo, en Twitter y en algunas otras comparecencias ante los medios tradicionales.

Pecados del obradorismo: desacatar abiertamente las leyes electorales, con una multiplicación de anuncios espectaculares y con declaraciones de cuanto funcionario o legislador, el Presidente para empezar; descalificaciones abiertamente mentirosas, violentas, del INE, por la totalidad del oficialismo, desde el secretario de Gobernación hasta el último de los cuadros jóvenes de la Ciudad de México (por jóvenes debemos entender personas de 45 a 50 años, pero con poca o nula experiencia laboral); un uso cínico para promover la Consulta de Revocación, porque aquí mando yo, de los recursos públicos, incluido un avión de la Guardia Nacional para trasladar a lo mítines, entre otros, al líder de Morena; la trampa infame de negarle recursos al INE en nombre del ahorro, una cosa que, en la administración pública, a menudo no sirve para nada, salvo para desacreditar a tus contendientes; por supuesto, el involucramiento de militares en la promoción de la consulta, por aquello de que —100 planas— la Guardia está bajo mando militar y su titular decidió ponerse a hacer campaña en favor de que el Presidente nos siga bendiciendo hasta 2024; y una propuesta de reforma electoral, de nuevo, por el jefe del Ejecutivo federal, que haría palidecer de envidia a Daniel Ortega: ¿qué les parece que elegimos a unos cuantos ilustres entre, en ese orden, yo, los legisladores y el Poder Judicial, o sea: entre yo, yo y yo?

¿Queda claro lo desproporcionado, lo ridículo de sugerir que las amenazas contra la democracia mexicana vienen, a partes iguales, de Ciro y el aparato de gobierno? Para hablar en plata, Ciro no representa amenaza alguna contra la democracia. Lejos de ello. Decir que ha dejado de ser un árbitro para volverse un equipero es, claro, una falacia. Podemos discutir si su tono es el adecuado, por aquello de que le da argumentos al enemigo, y aun aceptando esa afirmación habrá que decir que el otro tono, el más mesurado, el institucional, no sirvió de un carajo. Porque ese era el tono antes del año pasado, cuando el oficialismo sufrió dos o tres golpes en las elecciones intermedias y, otra vez, se fue a la yugular del instituto, con un afán, aquí sí vale el término, de golpe blando. 

Así que igual es momento de levantar la voz. Y es que, amigas y amigos de la conciliación, las intentonas autoritarias están ahí, bajo la etiqueta —vieja como el populismo y hasta algo más— de “participación popular”, y es un hecho que la tibieza, esa tibieza del apaciguador, del equidistante, por lo visto en las últimas semanas —más bien en los últimos tres años, pero no entremos ahí— como que no está jalando.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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