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La Reforma Electoral es un distractor

La iniciativa de reforma electoral hecha por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es una vacilada

OPINIÓN

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Carlos Zúñiga / Acceso Libre / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

La iniciativa de reforma electoral hecha por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es una vacilada. Los cambios constitucionales no tienen oportunidad de ser aprobados; con una oposición envalentonada desde el rechazo a la reforma energética, lo más seguro es que la 4T sume un revés más, sin embargo, en este gobierno siempre hay una intención de fondo; la reforma electoral cumplirá dos propósitos: distraer a la oposición y a la opinión pública.  

La propuesta es una visión parcial de la realidad que vive el oficialismo. La cacareada austeridad no hará más que contribuir a la concentración del poder en el ejecutivo, debilitar la autonomía institucional y poner de rodillas a los partidos y sus simpatizantes; es una afrenta contra la libertad y la representación política, es la suma autoritaria de un hombre que pretende imponer un partido de gobierno.  

La creación del Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, la elección de consejeros y de magistrados Electorales mediante voto popular, la federalización de las elecciones, la reducción del número de legisladores federales y locales –que ahora serán, paradójicamente, todos plurinominales–, así como la eliminación del financiamiento público ordinario a partidos, parecen ideas de un régimen que tiene un profundo resentimiento por la libertad y la libre asociación de la ciudadanía.  

Con ello, se busca distraer a la oposición, algo muy propio de López Obrador. La discusión de cualquier modificación o iniciativa gira en torno a sus ocurrencias; La Reforma Electoral es parte de ese juego perverso: si la apoyan, los partidos corren el riesgo de perder sus prerrogativas y registro; si la rechazan, ya no serán traidores a la patria, lo serán del pueblo. La retórica le servirá para las elecciones del próximo mes de junio y el despegue hacia las presidenciales. 

Distraer la opinión pública es algo común. En marzo, 66.2% de los mexicanos de 18 años y más consideró que es inseguro vivir en su ciudad, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI; de enero a marzo de 2022 se registraron 229 presuntos feminicidios, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP); marzo de 2022 es el mes con más mujeres víctimas de algún delito, desde enero de 2015, con más de 10 mil. Con esos resultados ¿qué mejor estrategia que mantener el debate sobre una reforma sin futuro? Dejar de lado lo importante, para hablar sobre lo intrascendente.  

Es un hecho que ningún país puede gozar de una democracia sana, si no mantiene estabilidad económica: de cumplirse con las proyecciones de los expertos, para el periodo 2022-2024, México tendría un crecimiento promedio anual de sólo 0.4 por ciento, el más bajo en una generación. Un sexenio perdido ocupado en vengarse de las instituciones que lo llevaron al poder. Las que han demostrado una y otra vez que, a pesar de los embates, son capaces de hacer bien su trabajo, a diferencia del actual gobierno. 

POR CALOR ZÚÑIGA

@carloszup 

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