POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

La crisis alimentaria de América Latina

La variabilidad climática y los desastres naturales producto del cambio climático, (sequías prolongadas e inundaciones), han redundado en una mayor desigualdad social y migraciones desordenadas

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cada año, la Iniciativa sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Tec de Monterrey de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno organiza un encuentro académico sobre temas relacionados con el desarrollo sostenible, con dos de las más prestigiadas universidades de América Latina: la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de los Andes. Con ellas, hace algunos años el Tec dio forma a la #TRÍADA, un esquema para promover cursos, investigaciones y actividades relacionadas con la educación superior en la región. Se trata de tres instituciones comprometidas con el desarrollo sostenible.

La conferencia invita a distinguidas expertas y expertos a comentar sobre los principales temas de su agenda. Este año, la reunión tuvo como tema principal “Lecciones aprendidas de la pandemia para el desarrollo sostenible de América Latina”, con el propósito de examinar las enseñanzas que debemos extraer del Covid-19, así como sus consecuencias para los sistemas alimentarios de los países de la región. Entre otros ponentes, tuvimos el privilegio de escuchar a Julio Berdegué (@JBerdegueFAO), Representante para América Latina de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), quien ofreció un panorama preocupante sobre la situación alimentaria de la región. 

Según este brillante mexicano y funcionario internacional, un bajo crecimiento económico en los últimos años se ha traducido en un aumento de la pobreza en casi todos los países de la región. La variabilidad climática y los desastres naturales producto del cambio climático, (sequías prolongadas e inundaciones), han redundado en una mayor desigualdad social y migraciones desordenadas. Desde 2015, las estadísticas registran un aumento constante del porcentaje de la población en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave.

Así, mientras que ese porcentaje fue de 24.9 por ciento en 2015 (7.7% grave y 17.2 % moderada), en 2020 había alcanzado al 40.9 por ciento de la población (14.2% grave y 26.7% moderada). Es decir, un aumento de 16 por ciento en solo cinco años. El mayor deterioro se produjo como resultado directo de la pandemia, cuando el porcentaje de la población latinoamericana en situación de inseguridad alimentaria pasó de 31.9 por ciento en 2019, a 40.9 por ciento de la población en 2020, un total de 267 millones de personas. 

El Covid-19 derivó en un aumento sin precedentes en la inseguridad alimentaria, el hambre y la malnutrición en América Latina y el Caribe y ha hecho más vulnerables a los países que son importadores netos de alimentos. También ha evidenciado la vulnerabilidad de la mayor parte de los trabajadores y sus familias en la región porque se encuentran en el sector informal de la economía, con ingresos variables, que disminuyeron por la pandemia y los desastres naturales.

Este alarmante panorama se ha visto agravado aún más por la invasión de Rusia a Ucrania. Según el Índice Global de precios de los alimentos de la FAO, el incremento de los precios de los alimentos registrado en los últimos meses tampoco tiene precedentes. El aumento reciente de precios ha superado incluso al incremento récord registrado a mediados de los años setenta, que fue resultado del shock petrolero de aquellos años.

La invasión rusa de Ucrania tiene efectos devastadores en los precios de los alimentos en todo el mundo, incluyendo desde luego a México y América Latina, debido al importante papel que tanto Rusia como Ucrania tienen en la oferta mundial de cereales, particularmente trigo y sorgo, así como el papel de ésta última en la oferta de fertilizantes que son indispensables para la producción agrícola en otros países y regiones, incluyendo a Argentina, Brasil, China, Europa y Asia. La FAO ha previsto que, como resultado del conflicto, alrededor de una cuarta parte de la producción mundial de trigo, maíz y semillas no se plantarán o no se cosecharán durante este año y el próximo. Lo anterior redundará en un incremento en el número de personas que padecen hambre en el mundo, al pasar de 815 en 2021 a casi 830 en este año.  

Si el conflicto en Ucrania se prolonga, la producción de cereales y fertilizantes de Rusia y Ucrania se verá inevitablemente afectada por la destrucción de la capacidad agrícola y la infraestructura exportadora de Ucrania, y las sanciones económicas impuestas a Rusia por Estados Unidos y los países de la OTAN, lo cual afectará aún más los precios de los alimentos en todo el mundo. 

En mi opinión, este cuadro podría complicarse aún más por efecto del cambio climático. Más sequías e inundaciones en países de África, Asia y América Latina, disminuirán su producción de cereales y productos agropecuarios, presionando nuevas alzas en los precios de los alimentos. Este escenario se podría traducir en situaciones de inestabilidad social y fuertes presiones sobre el gasto público de los gobiernos. El dilema podría presentarse no entre importar o no alimentos caros del exterior, sino enfrentar situaciones de escasez. 

Todo lo anterior afecta profundamente a México. Según el CONEVAL, en 2018 el porcentaje de la población que vivía en situación de pobreza en nuestro país era del 49.1 por ciento, pero registró un incremento de casi 3 puntos porcentuales en 2020, cuando alcanzó al 52.5 por ciento de los mexicanos. La población en pobreza extrema (pobreza alimentaria) era del 14.0 por ciento en 2018, pero aumentó en 3.2 por ciento en 2020 hasta afectar al 17.2 por ciento de toda nuestra población. https://www.coneval.org.mx/Medicion/PublishingImages/Pobreza_2020/Pobreza_2016-2020.jpg 

Mientras tanto, hoy la inflación es la más alta de los últimos veinte años, habiendo alcanzado 7.7 por ciento en el último mes, pero el incremento en los precios de los alimentos ha sido mayor, particularmente frutas y verduras (17.2%); la carne, leche, huevo (13.6%) y los alimentos procesados (10%) como nos informa Valeria Moy https://www.eluniversal.com.mx/opinion/valeria-moy/controlar-la-inflacion 

Estos incrementos afectan más a los más pobres. La experiencia histórica de México y muchos países en América Latina, baste pensar en Venezuela, señala que los controles de precios no sólo no resuelven el problema, sino que tienden a agravarlo. Son contraproducentes porque incentivan el mercado negro, la corrupción, y en última instancia la quiebra de los productores.

La solución es estimular la inversión y la producción de pequeños, medianos y grandes productores y, en general, la inversión en la cadena de valor del sector agropecuario. Tenemos que producir más alimentos nutritivos en México, a precios accesibles para la población. Tenemos que fortalecer la resiliencia de los pequeños productores. Pero mientras eso sucede, convendría mantener buenas relaciones con nuestro vecino del norte y garantizar la seguridad del abastecimiento de cereales que México importa de Estados Unidos, particularmente maíz. No es momento para aumentar las diferencias surgidas en el sector energético.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS IZQUIERDO ES PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TEC DE MONTERREY

@miguelrcabanas

miguel.ruizcabanas@tec.mx  

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