COLUMNA INVITADA

¿Traidores a la patria?

En la actualidad hemos caído en la trivialización del lenguaje.  Usamos las palabras sin medir su alcance, las repetimos sin conciencia, no medimos su fuerza, ni las consecuencias de utilizarlas de manera irresponsable

OPINIÓN

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Cecilia Romero / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La palabra es una herramienta maravillosa que los seres humanos tenemos para comunicarnos.  A través de las palabras expresamos ideas, sentimientos, deseos, intenciones.  Con las palabras enseñamos, de las palabras aprendemos.  Las palabras acercan, hieren, convencen, matan.  Las palabras generan acciones, decisiones, convicciones.

En la actualidad hemos caído en la trivialización del lenguaje.  Usamos las palabras sin medir su alcance, las repetimos sin conciencia, no medimos su fuerza, ni las consecuencias de utilizarlas de manera irresponsable.

Eso ha sucedido en los días recientes con la expresión ‘traidores a la patria’ con que los dirigentes del partido del Presidente han calificado a los legisladores que votaron en contra de la Ley de la Industria Eléctrica.  Sin reflexión de por medio, con el hígado y no con la cabeza, pretenden ‘tirar al basurero de la historia’ a quienes no actúan como ellos. 

Siguen el libreto de la mañanera: ‘Traición a la patria es cárcel’, espetó el Presidente, confirmando su convicción de que los que no piensan como él encajan en la definición del Código Penal Federal y deben ser castigados.  Las consecuencias son el aumento de la polarización, el discurso de odio, las acciones desestabilizadoras, el avance en la destrucción de la sociedad.

Es muy grave el uso irresponsable de las palabras, pero es aún más grave la creciente degradación de la vida política.  Las propuestas divergentes, los protagonismos opuestos, la argumentación y la discusión, han dejado de ser espacios de libertad y de respeto, para convertirse en arena de encono, de odio, de aniquilación… 

Se está perdiendo la capacidad de diálogo respetuoso, de confrontación de ideas, de debate de altura.  Quien más grita es más popular, quien más ofende recibe más ‘likes’.  Quien más destruye es más vitoreado.  Ya no se escucha, no se parlamenta.  Y lo peor, se exacerba el enojo y se provoca al contrario para que responda con el mismo epíteto que se le endilgó.

Por este camino todos terminaremos siendo traidores a la patria, y la patria perderá.  Seguir así es hacer de lado los avances que hemos conseguido en el campo democrático.  Buscar la destrucción del enemigo es negar la capacidad del ser humano de construir a partir de las divergencias.  Todos perderemos, sobre todo los vulnerables, los pobres, los marginados.

Quienes tenemos responsabilidades en la vida pública debemos hacer una seria reflexión sobre el ejercicio de la política, que es la búsqueda del bien común, y que implica convicciones firmes y capacidad de encuentro, para avanzar a partir de lo que nos une y descubrir las ‘semillas de verdad’ en todas las expresiones que sean de buena fe.

Los bienes públicos se construyen con la colaboración de todos:  sana competencia, reconocimiento de las diferencias, respeto a las ideas de los demás, actitud propositiva.  Política, sana política, mejor política.

POR CECILIA ROMERO CASTILLO
COLABORADORA
@CECILIAROMEROC

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