MALOS MODOS

México en la Feria del Libro de La Habana

¿Debe una democracia prestarse a ser el país invitado de la feria del libro de una tiranía, caso de México, ahora mismo, en la de La Habana?

OPINIÓN

·
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Debe una democracia prestarse a ser el país invitado de la feria del libro de una tiranía, caso de México, ahora mismo, en la de La Habana? La pregunta no es retórica. Por un lado, la cultura es un medio de promoción muy del gusto de los sistemas autoritarios, particularmente si son de izquierda, y, en ese sentido, ningún país decente debería prestarse al jueguito de la legitimación. Pero a lo mejor hay otro enfoque: el intercambio intelectual, la llegada de voces foráneas, oxigenan un poco a las autocracias y le pueden dar tantito respiro a la población agobiada por la censura. Lo que pasa es que aquí se impone un matiz. La pregunta no sería retórica, por lo que a nosotros respecta, si México no fuera una democracia llena de lamparones, por la vocación autoritaria de nuestro gobierno, y sobre todo si nuestra participación en la feria no tuviera lugar en el contexto de nuestra relación actual, tan indecente, con aquel país. 

México, sí, es invitado a la Feria del Libro de La Habana, y le metió una lana al asunto. Aparte de un nutrido contingente de escritores y de la presencia de la secretaria de Cultura federal, que anduvo intercambiando sonrisas con el dictador en funciones, vamos a invertir en una librería del Fondo de Cultura en esa ciudad, librería que podrán aprovechar los turistas con dinero, pero no los cubanos hundidos en la miseria del socialismo. Además, donamos 24 mil libros. No conozco la lista de títulos, e ignoro si la tiranía exigió palomearla, por aquello de la censura. Si –cosa muy improbable– no fue así, créanme: muchos de esos libros acabarán en una bodega o una fogata, porque el índex castrista sigue vivo. 

¿Sorpresas? Ninguna. Antes, México le pagó una lana a Miguel Díaz-Canel para traerse a esos médicos perfectamente innecesarios que, para todo fin práctico, son mano de obra esclava. Luego, tuvimos al tlatoani cubano de invitado de honor el día del Grito, cosa comprensible porque a nuestro presidente Cuba le parece un modelo de dignidad y todo eso. Que merece un premio, dijo. También, hace no muchos días, dijo que lo que impedía el bienestar de los cubanos es lo que él llama el bloqueo, que es un embargo y parcial. Además, le donó al castrismo vacunas de las buenas, de las neoliberales, y luego mandó a López-Gatell a decir que en una de esas a nuestros niños los vacunamos, en cambio, con vacunas cubanas, que están aprobadas por… Cuba. O sea, que hacen ver casi razonable la idea de Trump de inyectarse cloro. 

Así que la pregunta, hoy, aquí, es totalmente retórica. No deberíamos estar en Cuba, legitimando y, de hecho, financiando un régimen que era atroz en 1959 y que es todavía un poco más atroz hoy, cuando encierra a chicos de 16 años en la cárcel por protestar. Pero sí que estamos, y eso dice mucho, mucho, de nuestro lugar en el mundo. 

Julio Patán 

Columnista 

@JULIOPATAN09 

MAAZ