El día iba a ser histórico, sin duda. Por primera vez, una reforma constitucional enviada por el Ejecutivo, apuntaba para ser rechazada por la oposición. La suma de los asistentes dejaba ver el resultado de antemano. El partido en el poder no alcanzaría los votos suficientes para sacar adelante la Reforma Eléctrica.
Este domingo de Pascua marcaba también el “fin de una etapa” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Por vez primera, el partido en el poder y el Presidente enfrentarían una derrota importantísima en San Lázaro. La primera, quizás, de una serie de tres (la electoral y la de la Guardia Nacional en fila).
“Hoy es el principio del fin del régimen corrupto de Morena”, diría Jorge Álvarez Maynez, coordinador de Movimiento Ciudadano (MC).
Ese era el marco y el trasfondo de lo que se viviría en la Cámara de Diputados desde las 11 de la mañana. Ánimos intensos de uno y otro lado. Rabia de parte de los morenos y aliados; gozo y revancha por lo que toca al PAN, PRI, PRD y MC.
La sesión se preveía acalorada, intensa. Y efectivamente así lo fue, aunque los argumentos sobre la reforma fueron lo de menos. El debate se fue mayormente en gritos, reclamos, denostaciones, carteles ofensivos, amagos, denuncias y provocaciones.
Los coordinadores de los partidos intentaron acotar las posibles agresiones. La Mesa Directiva, con Sergio Gutiérrez Luna al frente, hizo otro tanto. Pero no faltaron quienes buscaron ir más allá en cuanto pudieron.
Vimos a diputadas de Morena plantarse cara a cara ante legisladores de la alianza PAN-PRI-PRD, desfilar frente a ellos al pie de la tribuna con carteles que rezaban “Quieren moches”, “Traidores”, “Vendidos”, mientras los opositores usaban el micrófono.
Y no se diga a la hora de los discursos. En esa primera participación en la tribuna, el más provocador –y simplón– fue el del dirigente del PRI, Alejandro Moreno. Adjetivo tras adjetivo, el campechano no sólo incitaba y zahería a los morenos al son de “no al capricho y a la sumisión”; “no saben las caras que se les ven, están moralmente derrotados”; sino que llegó el momento en que amenazó con responder a la gritería que recibía ante sus dichos, con un “nos vamos a poner a mano cuando venga Nacho Mier a hablar…”.
El tono de su discurso le ganó el calificativo de “pandillero”, cortesía del coordinador de Morena, Ignacio Mier; y de VandAlito, obsequio del diputado tabasqueño Óscar Cantón Zetina.
Nacho Mier sumaría una buena tanda de descalificaciones al PRI y a sus dirigentes: “Son un remedo de partido…; traidores a la patria”, les soltó y acusó directamente a Alito: “defiende intereses económicos y sus moches; la gente lo sabe, esa es su historia de vida…”.
Ya imaginarán la gritería y las protestas de los priistas a voz en cuello. Pero el aludido no contestó. Sacó el pecho en su lugar un indignado Augusto Gómez Villanueva reclamando “falta de ética” y de acusar al presidente de la Mesa de los desórdenes y el riesgo de que la “provocación tolerada” se desbordara.
Los posicionamientos continuaron en medio de la gritería. Desde el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña invocó al nacionalismo que alguna vez tuvo el tricolor. Les advirtió que con su voto en contra de la Reforma Eléctrica iban a perder este año las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca, y el año entrante las del Estado de México y Coahuila. “Hagan lo que hagan –advirtió finalmente– están cavando su tumba política, están entregándonos la Presidencia en 2024”.
Desde el PAN, su coordinador Jorge Romero confirmó sobre la unidad de la coalición y MC: “Estamos más unidos que nuca”.
Así comenzó el debate. Y era apenas la etapa de los posicionamientos.
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GEMAS: Obsequio del priista Alejandro Moreno a los diputados de Morena: “Nos vemos en la electoral”.
POR MARTHA ANAYA
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