MALOS MODOS

Cómo aprovechar el Viernes Santo

Es hora de leer: la Cartilla Moral, claro, con lápiz para subrayar los fragmentos más misóginos, que le atribuyes a Galván Ochoa

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Te levantas a las cinco con el estribillo resonando a todo volumen: “¡Gritamos basta, basta, basta! ¡Cantamos vamos, vamos, vamos! ¡Decimos canta, canta, caaaaanta!”. La noche anterior, pensaste que no hay mejor manera de experimentar en carne propia el sufrimiento de Cristo, porque de eso se trata este día, que usar esa canción de alarma. 

Ahí, en medio de la oscuridad y el silencio de las primeras horas, compruebas que tuviste razón, aunque tampoco hubiera estado mal “Esto pasará”, de la misma autora pero con la voz de Eugenia León. 

Desayunas cualquier cosa que tenga nopales, que pasas con cualquier infusión en vez de café. Dudas si encasquetarte los audífonos y ver un maratón de videocolumnas de Epigmenio, con esa prosa poética inflamada de espíritu revolucionario y esos ojitos que brillan de emoción ante el talento propio, o meterte a Spotify para escuchar las mañaneras de 2020. 

Optas por prender la TV y buscar los programas que hicieron Sabina Berman y John Ackerman antes de pelearse y decidir que era mejor que sus antipatías siguieran caminos separados.

A las 11, compruebas en el espejo que todavía no te sangran los ojos y subes la apuesta: ruedas de prensa de Marko Cortés y Mario Delgado.

Haces ejercicio con alguna cobertura especial de la pasión en Iztapalapa, llena de notas tipo “Cutberto arrastra una cruz de 120 kilos durante cuatro kilómetros, descalzo y con una corona de espinas reales”, mientras, en las pausas, buscas algún concierto de Semana Santa con, por ejemplo, la banda del Cuerpo de Policía de Santiago Tianguistenco. 

Terminas el ejercicio dos horas después, fundido, y te hidratas con agua de papaya. Comes, de nuevo, algo que tenga nopales, preferentemente en crudo, más un buen plato de hígado encebollado y un postre hecho con guayaba. 

Te obligas a no dormirte mientras ves, también de nuevo, el Cruz Azul-Pumas más reciente, que por supuesto ganaron estos últimos, antes de recetarte la sesión de lectura en voz alta de poesía en náhuatl, cortesía de la Secretaría de Cultura, desde la sagrada Tlaxcala. 

Le apagas cuando descubres que el ridículo que hace el monero de La Jornada, obligado a darle a la recitada para darle lustro con personas famosas, no te causa dolor sino un placer malsano. 

Es hora de leer: la Cartilla Moral, claro, con lápiz para subrayar los fragmentos más misóginos, que le atribuyes a Enrique Galván Ochoa.

Antes de cenar, nopales por tercera vez en el día, te metes a Filminlatino para buscar una película, digamos, iraní, que no dure menos de tres horas y media.

Te vas a dormir con el cuerpo y el espíritu hechos pedazos, y por lo tanto con la bondadosísima tranquilidad que da la expiación mediante el dolor, limpio de pecados y listo para acumularlos de nuevo, hasta el siguiente Viernes Santo.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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