COLUMNA INVITADA

¿Cómo leer la revocación desde la oposición?

Los resultados de la revocación probablemente están lejos de ser los que esperaba el presidente. Y sí, hacen bien las oposiciones en insistir en esta derrota

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dice el refrán que el mejor truco del diablo es hacerle creer a la gente que no existe. En efecto, si uno no detecta –o subestima– una amenaza, es más fácil ser víctima de esta. En cierta medida, algo así está pasando respecto a la lectura que desde las oposiciones se le ha dado al resultado de la revocación de mandato; una lectura que se atoja a veces excesivamente triunfalista y que, me parece, requiere más mesura.

El diagnóstico triunfalista se resume más o menos así: el lopezobradorismo logró movilizar menos votos en esta consulta (15.1 millones) que en las elecciones de 2021 y 2018 (20.9 y 30.1 millones, respectivamente), pese a que utilizó todos los recursos del Estado para hacer propaganda, mítines, acarreo, e incluso violando la ley electoral. Más aún, aunque este año el oficialismo tiene once gubernaturas más que en 2021, no le alcanzó para hacer una movilización acorde a su mayor peso territorial. Los datos parecen indicar, además, que en este llamado a la “ratificación” el segmento más participativo fueron adultos mayores, con poca educación, de regiones rurales y del sur del país. Finalmente, sólo 2 de cada 10 personas participó en la consulta. Por todo ello, diversos analistas concluyen que el “voto duro” de AMLO regresó a sus niveles “normales”, y los más optimistas incluso vaticinan que la presidente está “en caída libre”.

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Todo lo dicho arriba es cierto, y por supuesto que para las oposiciones repetir públicamente estos y otros argumentos es redituable en la batalla narrativa contra el lopezobradorismo. Sin embargo, insisto en que, para preparar una estrategia efectiva rumbo al 2024, es un riesgo confiarse, caer en la autocomplacencia y, peor aún, en el autoengaño.

En primer lugar, no es cierto que todo ese 80% de personas que se abstuvieron de participar lo hicieron como un acto políticamente consiente para mandar un mensaje de rechazo al régimen. Esto último probablemente sólo lo hizo un grupo relativamente pequeño. También sería un error suponer que todo, o incluso la mayoría de ese 80% votaría automáticamente por partidos opositores. De hecho, en una elección presidencial hay un promedio de 40% de abstención, por lo cual el universo de votantes que puede cortejar la oposición es mucho menor a ese 80% que supuestamente “rechazó” en masa a AMLO.

Por otro lado, la capacidad de movilizar a 15 millones de personas (sea por acarreo, engaños, presiones o convicción genuina), si bien no debió dejar muy contento al presidente que esperaba más, tampoco es algo a subestimar. Sin ir muy lejos, con esta cifra alcanza para ganar una elección presidencial. Es cierto que en 2024 López Obrador no estará en la boleta y que su popularidad no se transmitirá completamente al candidato(a) oficialista, pero no menos cierto es que algunos factores permanecerán estables; por ejemplo, aproximadamente el 60% de los votantes en la consulta son beneficiarios directos o indirectos de programas sociales, lo cual indica que el clientelismo continúa siendo una variable importante.

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La pregunta central es entonces si esos 15 millones de votos oficialistas son el “techo” o el “piso” para el lopezobradorismo hacia 2024. Difícil predecirlo en este momento. Sin duda el desgaste creciente del gobierno en los dos años y medio restantes apunta a sumar desencantados. En todo caso, una victoria opositora no se va a dar por sí misma. Si una lección deja la revocación es que se requiere que las oposiciones vayan unidas, lo cual implica el nada fácil proceso de elegir un candidato de unidad, conciliar un programa amplio que le hable a la mayoría de los ciudadanos desencantados y una estrategia de comunicación sencilla y efectiva. Todo esto, al tiempo que se crean sinergias entre la oposición partidista y la ciudadana, que en buena medida aún desconfía de la primera.

Los resultados de la revocación probablemente están lejos de ser los que esperaba el presidente. Y sí, hacen bien las oposiciones en insistir en esta derrota. Lo que no se puede hacer es caer en un triunfalismo cegador que impida calibrar una estrategia realista, y por tanto ganadora, rumbo a 2024.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
COLABORADOR
@GUILLERMOLERDO

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