UNA CHAIRA EN EL HERALDO

Chilanga sospechosista

Que si a Will Smith le pagó Biden para que todo el mundo hablara de la cachetada y se olvidaron un rato de la guerra en Ucrania. Que si le pagó la Academia porque el rating estaba en siete puntos y después de la cachetada se trepó a 17

OPINIÓN

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Fernanda Tapia / Una Chaira en El Heraldo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Mire usted, por supuesto que quería entrarle a lo del video de los marinos en el tiradero de Cocula, pero me pasaron otros datos y hasta no corroborarlos, no me atrevo a compartirlos… así que hoy le entro a un tema que dio mucho de qué hablar (porque además su público es mucho), cuando mi querido Salvador García Soto me realizó una breve entrevista en su espacio del Heraldo Radio.  Salvador y su equipo me preguntaban si podía definir al chilango típico (porque le tocaba hablar precisamente de la Ciudad de México). Y la respuesta me salió del corazón: “el chilango no nace, se hace”… ¡¡¡Y a esto me refiero con que cualquiera podemos ser chilangos o llevar un chilango dentro o hasta ser chilangos de clóset!!!

Para ser chilango uno tiene que graduarse. Para algunos las materias son infinitas, pero yo las resumiría en una: estrategias para sobrevivir y hasta disfrutar la CDMX. No es extraño que un menor de edad avecindado en Chilangolandia, el primer adjetivo que haga propio es el de ser “desconfiado”. No me refiero a ese estado en el que a veces te deja a la aborresencia o la pandemia, en donde pierdes la fe en la humanidad. No, es algo que muy pequeña me enseñó mi padre (quien por cierto era español asilado y quien sobrevivió a la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial): “No te fíes ni de tu sombra”.

Cuando empecé a leer lo primero que recibí de mi madre fue un manual redactado en Nueva York para sobrevivir a la violencia que enfrentaba en la década de los 70 esa ciudad. Era claro, directo y hasta con monitos. Terminé entrenada para nunca dejar la puerta de la casa entornada, ni, aunque fuera a la tiendita de junto. Caminar con la llave del zaguán en la mano la última parte del trayecto de regreso a casa. No acercarse a los automóviles extraños que me preguntaran a gritos sobre dónde quedaba tal calle. No salir del jardín de niños o la primaria con nadie que no fueran mi mamá o mi papá, no importaba si se presentaba algún tío, primo, vecino… esto ahora lo tienen por ley en casi todas las escuelas, ¡¡¡pero les estoy hablando de 1971 aproximadamente!!! Existe otro tipo de chilangueses más sabrosas que tienen que ver con nuestros usos y costumbres.

Como querer pagar siempre la cuenta en un restaurante, aunque sea de dientes para afuera. Sabemos cómo se enrolla la tortilla y cómo colocar el meñique y el tórax inclinado para comerse un taco sin derramar la salsa en la corbata. No salimos de paseo sin nuestra hielera. Conocemos las combinaciones imposibles de una torta de tamal. Sin embargo, lo más notorio es que somos desconfiados. No saben cómo ríen los chóferes de taxi cuando los abordo en cualquier estado de la República y al entrar lo primero que hago es: poner el seguro de la portezuela. Por eso a los chilangos ni nos asombró el cachetadón de Will Smith en los Oscar.

Inmediatamente sacamos media docena de teorías de la conspiración. Que si a Will Smith le pagó Biden para que todo el mundo hablara de la cachetada y se olvidaron un rato de la guerra en Ucrania. Que si le pagó la ACADEMIA porque el rating estaba en siete puntos y después de la cachetada se trepó a 17. Que Chris Rock estaba usando una especie de parche en el pómulo izquierdo, para que la mentada cachetada no le hiciera ni cosquillas.

Pero la mejor sin duda es aquella que señala que todo se debe a una superstición entre actores que postula que “no se debe de pronunciar la palabra Macbeth dentro de un Teatro”. Se dice que cada vez que se representaba esa obra fallecía alguien, por lo que terminaron llamándole la “Tragedia del Escocés”. Chris Rock estaba presentando a los tres actores nominados al Oscar: Denzel Washington por Macbeth, Javier Bardem y por último Will Smith. Por lo que no habían pasado básicamente ni 53 segundos de haber pronunciado en un teatro la “palabra maldita” antes de recibir un porrazo. En esa obra salen tres brujas que en este caso se dice fueron simbolizadas por las tres conductoras que le entregaron el Oscar a Will Smith. Que este actor fue prácticamente empujado por su esposa (al igual que Macbeth) y cometió un desaguisado.

¡Will Smith tiene las mismas iniciales que William Shakespeare autor de Macbeth! Y ganó la estatuilla al ser nominado por la película King Richards, que curiosamente es también el título de otra obra de Shakespeare. Y después de la cachetada, ¿quién contuvo a Smith? Pues el actor que estaba siendo nominado por representar a Macbeth: Denzel Washington. Y todo pasó el 27 de marzo día del Teatro. Después de todo esto puedo aclarar que no es que yo sea supersticiosa, sólo soy chilanga.

POR FERNANDA TAPIA
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