COLUMNA INVITADA

Los olvidados de la guerra

Sin embargo, difícilmente se ha abordado a la guerra desde la fibra más sensible, delicada y modestamente humana: la de los olvidados de la guerra

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El universo de la guerra se ha romantizado a la vista de historias llevadas a la literatura y al cine, y siempre desde la óptica elitista de personajes gloriosos. Por ejemplo, León Tolstói, citado en buena medida por la coyuntura contemporánea de la invasión rusa a Ucrania, en La guerra y la paz hace una crónica extensa y detallada de la invasión napoleónica a Moscú, desde los ojos de cuatro familias aristocráticas y las tragedias que se hilvanan en el entretejido bélico. O la guerra de secesión norteamericana en el clásico de Margaret Mitchell, narrada y sufrida por dos familias de terratenientes y esclavistas de Georgia: los Wilkes y los O’Hara.

Sin embargo, difícilmente se ha abordado a la guerra desde la fibra más sensible, delicada y modestamente humana: la de los olvidados de la guerra. Ese conjunto variopinto de desgracias humanas individuales que va, desde los niños –símbolo doloroso de orfandad provocada– y ancianos –considerados como lastres carentes de valía para engrosar filas–, pasando por familias de desplazados por los horrores de la guerra y hasta llegar a las mujeres solas, cosificadas y asediadas –como Marta Hillers en Una mujer en Berlín, durante la invasión rusa a la capital alemana–.

La paz tolstoyana del posconflicto reanudará la cotidianeidad de pueblos, naciones, países y sociedades. Pero no alcanza a los olvidados de la guerra. Refugiados y desplazados mantendrán esos estatutos, incluso de por vida –buen ejemplo, es el de las comunidades indígenas guatemaltecas que perviven en México tras la guerra civil de 1980–.

El estigma de la guerra permanece, aún en tiempos de paz. El discurso retórico de los viejos profesores y de clérigos que enaltecen la gloria de morir al servicio de una entelequia sin rostro ni humanidad en Sin novedad en el frente es la consigna del antes, durante y después de la guerra. Pero ni los muertos resucitarán como Lázaros redimidos, ni los olvidados formarán parte de los pendientes en la reconstrucción, pues en todo caso, seguirán siendo víctimas incómodas, una especie de muertos en vida, una nuda vita como la que explica Giorgio Agamben.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA

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