“Tear down this wall” le demandaba –desde la puerta de Brandemburgo- Ronald Reagan a Mikhail Gorbachev. Dos años después, en 1989, Francis Fukuyama declaraba el fin de la historia. El liberalismo había ganado la lucha frente al comunismo y a los autoritarismos iliberales.
Fukuyama, por supuesto, se refería a una batalla ideológica; estimaba, de manera equivocada, que las guerras entre el este y occidente habían concluido y que el liberalismo democrático había salido avante. El fin de la guerra fría auspiciaba una tregua bélica robusta y duradera. Sin embargo, su falta de tino se evidenció con el tiempo, y la mañana del 11 de septiembre de 2001 despertamos de la plácida noche liberal.
En el México de hoy, el proceso de transición hacia la democracia liberal también se ha cortado de tajo. El advenimiento del pluralismo, la apertura económica y la adopción del liberalismo como eje rector de las políticas publicas ha llegado a su fin. El péndulo –del que hablaba Linz- que oscila entre el autoritarismo y la democracia se ha estacionado en una versión autocrática que desprecia el equilibrio de poderes, el disenso y la competencia.
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo alrededor del mundo las dictaduras o regímenes antiliberales resurgen y echan raíces, como ocurrió en Polonia, Hungría, Estados Unidos y el Reino Unido. La invasión de Rusia a Ucrania representa la lucha en contra de las libertadas y la perpetuación de la tiranía. Ese ethos lo comparte el neo cesarismo bolivariano, la derecha estadounidense encarnada en el trumpismo y el MAGA, la ultraderecha europea de los Le Pen, el partido del Brexit y el obradorismo. El reciente apoyo de la progresía nacional a la invasión rusa evidencia que el movimiento del presidente no solo es nativista y antiliberal, sino también xenófobo y antisemita. La defensa de la la invasión de Putin a Ucrania se trata de una conflagración en contra de occidente y de los valores que se enarbolan en las democracias liberales.
AMLO ha emprendido acciones y formulado políticas públicas que amenazan y trastocan los pilares en los que están sustentadas las democracias liberales. No es exagerado decir que el proceso de erosión al arreglo institucional y el asedio que padece la sociedad civil, empresarios y entes autónomos, a partir del ascenso al poder del obradorismo, es una cruzada en contra del estilo de vida occidental.
Ojalá que se corrija el rumbo antes de que se sigan mancillando las libertades y derechos humanos. Aunque sea impopular, tenemos que seguir defendiendo el liberalismo, nos sobran las razones. Incluso a contracorriente, debemos construir un debate serio y abierto sobre el devenir de la humanidad.
POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1
MAAZ