REFLEXIONES CONSTITUCIONALES

La Sucesión Presidencial: I) el juego del “tapado”

El desarrollo de la Democracia nos indica que los Partidos hegemónicos y los dominantes se han convertido en la palanca

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El desarrollo de la Democracia nos indica que los Partidos hegemónicos y los dominantes se han convertido en la palanca –a través de la cual— los caudillos o los ejecutivos, imponen candidaturas y controlan el proceso político.

En México, la construcción del Partido Nacional Revolucionario (PNR) congregó a todas las fuerzas políticas y militares posrevolucionarias y permitió a Plutarco Elías Calles el control político del poder, desde el cargo de “Jefe Máximo”; no era el Presidente constitucional, pero él decidía, así designó a Emilio Portes Gil que –en su corto tiempo— demostró ser un gran Presidente; logró la elección del ingeniero Pascual Ortiz Rubio quién no resistió las presiones del Jefe Máximo y renunció, en su lugar Calles impuso a Abelardo L. Rodríguez y, más tarde, al general Lázaro Cárdenas.

Este último tuvo serias diferencias ideológicas con su mentor y, por primera vez en esta etapa de México, no se manchó las manos de sangre, sino –en una fina maniobra— sacó del país al propio Elías Calles y a sus más cercanos colaboradores, para lograrlo transformó al PNR en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y dio cauce a las clases Obrera y Campesina, a través de la CTM y de la naciente CNC.

En ese gobierno, por cierto –el más cercano a los paradigmas de la Revolución— se suponía que el heredero del general Cárdenas, sería el general Francisco J, Mujica, no obstante, las condiciones internas y externas permitieron que el general Manuel Ávila Camacho obtuviera la presidencia.

Ávila Camacho, con una gran vocación civilista cerró el paso a los viejos caciques encabezados por su propio hermano Maximino, cuya misteriosa muerte dio pie a los gobiernos civiles con la candidatura del universitario Miguel Alemán Valdés.

Todos pensaron en ese tiempo que don Miguel optaría –en uso de su facultad metaconstitucional ya consolidada— por entregar la presidencia a Fernando Casas Alemán, regente de la Ciudad de México, sin embargo se equivocaron, fue Adolfo Ruiz Cortines, otro gran Presidente que logró la candidatura y la presidencia con una actitud ponderada y discreta.

Ruiz Cortines se convirtió en el maestro del ingenioso juego del “tapado” y engañó a todos haciéndonos pensar que su sucesor sería el nayarita Gilberto Flores Muñoz, o su paisano Ángel Carbajal, el primero Secretario de Agricultura y ex Gobernador de Nayarit y el segundo Secretario de Gobernación. De la chistera sacó al joven carismático y magnifico orador, don Adolfo López Mateos, quién sin mayores vericuetos le entregó el poder a Gustavo Díaz Ordaz.

De la misma manera Díaz Ordaz le confirió la mano de doña Leonor a Luís Echeverría Álvarez quién, a su vez, volvió a jugar en el escenario púbico con el tema del “tapado”. Lanzó a la palestra –en el hotel Jacarandas de la Ciudad de Cuernavaca— en la voz de Leandro Rovirosa, a la sazón Secretario de Recursos Hidráulicos, a los siguientes precandidatos: Mario Moya Palencia, Hugo Cervantes del Río, Carlos Gálvez Betancourt, Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muño Ledo y, en la cola, su amigo José López Portillo –sin antecedentes políticos y prácticamente desconocido—, a éste último inesperadamente lo convirtió en candidato y Presidente de México.

Con Echeverría concluyeron los esfuerzos para dar vigencia a los principios doctrinarios y constitucionales de la Revolución; empezaron a cambiar las cosas y, con ello, el rumbo del país.

En la próxima entrega continuaremos este análisis sobre el “tapado” para tratar de entender la próxima sucesión presencial de 2024.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA

CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)

VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA

MAAZ