A principios de esta semana, parecía que las negociaciones entre Rusia y Ucrania iban a atenuar o reducir la ofensiva de Putin en contra de los ucranios. De hecho, el martes, el Kremlin había anunciado que lo haría, dado que Ucrania habría accedido a renunciar a sus deseos de integrarse a la OTAN. Lo que trascendió en medios una vez concluida la reunión fue este acuerdo precisamente.
Veinticuatro horas después Rusia olvidó el acuerdo o prefirió ignorarlo puesto que la ofensiva contra Kiev se redobló y el Kremlin alegó que no ha habido avances en la negociación. Todo esto a poco más de un mes de que hayan iniciado las hostilidades y ante un panorama político tan ambiguo que es difícil prever hasta cuándo se prolongará este lamentable conflicto.
Por un lado está la comprometida situación tanto económica, energética y política de Europa, que se ha quedado sin el liderazgo de Merkel. Y si bien parece que ese hueco podría llenarlo la presencia de Macron, al presidente de Francia le falta todavía un poco de madurez política y de garra para poder asumirse como el líder de una Europa a la deriva.
Su inminente reelección bien podría impulsar la predominancia y liderazgo de su figura en el bloque económico al que pertenece su país, pero eso está por verse.
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Al otro lado del Atlántico, ya en tierras americanas, la cosa tampoco pinta muy bien para Occidente. Entre las declaraciones erráticas de Biden, que son aclaradas por la Casa Blanca y luego reconfirmadas por él mismo, y aunado a las próximas elecciones intermedias, que absorberán toda la energía de Biden y su partido, no queda claro cuál será el papel de EU y Europa en todo esto y si las sanciones económicas o la diplomacia podrán surtir efecto en un conflicto que parece, será de largo aliento.
Y si hablamos de Rusia, la realidad es que su ofensiva en contra de Ucrania tampoco ha salido como Putin esperaba. La invasión se ha extendido más de lo deseado y la resistencia del pueblo ucraniano le ha dado varios traspiés al Kremlin, que dicho sea de paso, ejecutó una ofensiva mal planeada y con una estrategia deficiente.
En síntesis, la lectura final de todo este lío es que la crisis humanitaria se prolongará, con todas las terribles consecuencias que eso va a provocar no solo en Ucrania, sino en Europa. La inestabilidad política continuará y si los republicanos vencen en las intermedias de noviembre en EU, más vale prepararnos para el peor escenario, porque ello podría pavimentar el regreso de Trump… Y no quiero ni pensar en cuál sería la fotografía completa si Putin y Trump terminan negociando el nuevo orden geopolítico del mundo.
Ojalá, que por el bien de todos, este conflicto encuentre la mejor solución lo más pronto posible.
POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS
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