EL CASCABEL AL GATO

América Latina y la defensa del derecho internacional

La invasión rusa a Ucrania ha cimbrado nuevamente las bases del orden internacional

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / El Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de México

La invasión rusa a Ucrania ha cimbrado nuevamente las bases del orden internacional. El fracaso de la diplomacia europea, sumada a la histórica vocación bélica de Estados Unidos ha dejado poco margen para el optimismo. En este contexto global, la doctrina latinoamericana de política exterior puede aportar algunas alternativas.

Pese a no existir actualmente una posición común y articulada que involucre al conjunto de Estados latinoamericanos, si repasamos la historia de la política exterior de la región es posible observar un patrón recurrente. La desventaja militar y económica de América Latina ha hecho que el fortalecimiento del derecho internacional sea una necesidad. Tiene sentido: al saberse débiles en un mundo en el que las potencias son capaces de imponer su criterio por la fuerza, las naciones latinoamericanas han visto en las instituciones internacionales una garantía y un resguardo frente a los poderosos. La lucha por el derecho es el brazo civilizador de las naciones débiles.

La “doctrina Estrada”, los principios de no intervención, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la resolución política de las controversias, así como la pionera lucha por el reconocimiento de la igualdad jurídica de los Estados tienen este mismo trasfondo geopolítico. Al convertir la necesidad en virtud, la doctrina latinoamericana de política exterior muestra un camino a explorar ante la actual crisis: todo equilibrio entre potencias resultará inestable e insuficiente si sólo depende de la auto-moderación de 4 o 5 países del mundo y no es asegurada por un orden internacional potente.

Es evidente que el derecho internacional sólo será efectivo si se encuentra respaldado por una amplia base de naciones. Este es un papel que podrían desempañar los estados latinoamericanos. Fomentar la constitución de un frente de Estados que trabajen de manera creíble a favor de la paz y de la vigencia del derecho internacional puede ser una enorme contribución en este mundo desquiciado. La conducción norteña de Occidente ha mostrado ya sus alcances y límites.

En relación al actual conflicto. La posición de América Latina entraña el difícil equilibrio de una doble negación: Ni con Putin, ni con la OTAN. El expansionismo territorial ruso es a todas luces injustificable y debe ser condenado sin medias tintas. Pero esto no debe ocluir el hecho de que nos encontramos de nuevo ante una guerra indirecta entre potencias.

Ya lo hemos visto antes: al no poder combatir directamente pues el potencial destructivo de sus armas eleva enormemente el costo de la guerra, las potencias eligen un tercer territorio para medirse, poniendo a la población civil que vive ahí en una situación dramática. Mientras que en Europa se apresuran a cerrarle el paso aéreo a la población civil rusa, América Latina debe enfocar sus esfuerzos en la ayuda humanitaria y en impulsar desde todos los foros una solución diplomática que respete la integridad territorial ucraniana.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ
COLABORADOR
@ADRIAN.VELARAM@GMAIL.COM

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