COLUMNA INVITADA

Vivir, sólo vivir y nada más que vivir, no importa cómo, pero vivir...

Cuanto la vida es más una supervivencia, más miedo se tendrá a la muerte. Y eso fue lo que nos pasó

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con esta frase en su obra Crimen y Castigo, Dostoyevski nos invita a reflexionar sobre la condición humana, y ante la tregua pandémica actual, pregunto: ¿Somos realmente amantes de la libertad? Contestemos con sinceridad:

¿Estuviste de acuerdo con la reclusión y las escuelas cerradas?

¿Estarías de acuerdo con un nuevo encierro?

¿Consideras que la vacunación debe ser obligatoria?

Si una o todas las respuestas han sido afirmativas, entonces no somos esos amantes que nos creíamos, y sí, en cambio, compramos un falso dilema inspirado por el miedo: Sobrevivencia. 

No se trata de calificar a nadie de insolidario, pero tampoco dejar de poner una mirada crítica sobre acciones autoritarias. A ver si nos entendemos. Lo preocupante es que el miedo colectivo pueda apoderarse de las personas e instituciones.

Supervivencia, sacrificio del placer y pérdida del sentido de vivir a plenitud, esto es lo que experimentamos, y sobrevivir se convirtió en algo absoluto.

Y ¿qué tal si, por efecto de una nueva variante se impone una falta de humanidad generada por este miedo colectivo?

El Covid-19 dejó latentes la desigualdad y las deficiencias del sistema. La pandemia resultó no sólo un problema médico, sino social, y en este entramado, el miedo la alimentó con la paulatina restricción de derechos. Libertad versus seguridad ¡qué paradoja!

¿Cuál es el precio que hemos pagado por esto?

La pandemia hizo que la biopolítica digital se consolidara y hoy se aspire a una sociedad “disciplinada”. Cuarentenas, restricciones para viajar, etc. ¿Estamos obligados a abandonar nuestros valores de libertad? ¿Podemos hablar de solidaridad a la hora de quedarnos en casa, de usar la mascarilla o de vacunarnos, cuando estas tres cosas vienen impuestas, bajo amenaza, directa o velada? Esto, no es solidaridad. Es obediencia.

Cuanto la vida es más una supervivencia, más miedo se tendrá a la muerte. Y eso fue lo que nos pasó. La pandemia la hizo más visible que nunca. Su presencia constante en los medios infundió pánico, y sin darnos cuenta, asumimos la histeria de la supervivencia, lo que ha hecho que nuestra sociedad sea cada vez más inhumana. Véanse los índices de violencia intrafamiliar o del suicidio infantil. En nuestra histeria por la supervivencia nos hemos olvidado de lo importante.

¿No nos pensábamos libres?

El miedo nos cambia y lo que antes profesábamos, ya no es tan fuerte cuando nos sentimos en riesgo y lo peor es que nos convertimos en cazadores de quienes no opinaban como nosotros.

Contrario a lo sugerido, la pandemia no nos unió, al revés. Y no fue el aislamiento, más bien, el hecho de vivir enfocados en nosotros y menos en los demás.

En el tribunal de la historia, a la peste se le acusó de haberse llevado a más personas de las que prometió. En su defensa, la peste argumentó que se llevó justo al número ofrecido, a las otras se las llevó el miedo… ¿y el Covid?

El miedo no ha permitido que percibamos la intolerable falta de ética de varios actores en esta pandemia y de los intereses que están detrás.

Podemos estar terriblemente equivocados, sin duda, pero con esta pandemia, que en sí misma es una paradoja, a nadie debería escapársele que la protección de la vida no puede ir en detrimento de vivirla.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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