DESDE AFUERA

Geopolítica, otra vez

La invasión de Ucrania por Rusia es un recordatorio de que la geopolítica está más viva que nunca, al igual que la reciente declaración del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, sobre los límites a la amistad con Moscú

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La invasión de Ucrania por Rusia es un recordatorio de que la geopolítica está más viva que nunca, al igual que la reciente declaración del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, sobre los límites a la amistad con Moscú.

Esto se hace evidente en la aparentemente absurda decisión de un grupo de diputados del Partido del Trabajo de crear un grupo de amistad con Rusia.

Ciertamente es su derecho. Inalienable, si es que México tiene interés o desea verse entre los países democráticos, y sin importar qué tan absurda sea y parezca su decisión.

Pero junto con la reiteración de la importancia de la relación México-EU, encaja en un marco mucho mayor, una nueva "Guerra Fría" en la que surgen nuevos centros de poder y una Rusia, otra vez potencia militar, demanda respeto y ser tomada en cuenta a nivel mundial. 

Para el Kremlin, el momento parecía propicio: EU, el país hegemón, en una crisis política interna, renuentes a invertir en compromisos internacionales y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) divididos, con problemas políticos propios y dependientes en gran medida de las materias primas rusas, especialmente gas.

Su vehículo fue la invasión de una Ucrania considerablemente más débil, con objetivos políticos y militares que se pueden definir como la sujeción formal o informal a la seguridad rusa, son pretexto de "desnacificarla", proteger a minorías étnicas rusas separatistas y evitar su incorporación a la OTAN.

El efecto, sin embargo, fue revigorizar a la OTAN, una alianza político-militar creada después de la II Guerra Mundial por temor al expansionismo soviético, que sobrevivió a la disolución de la Unión Soviética, en 1991, y de repente encontró una nueva misión, la de contener el expansionismo ruso.

Y junto con el apoyar abiertamente a Ucrania, dar un giro a la lucha que ya se perfilaba por la hegemonía mundial entre el viejo sistema, encabezado por Estados Unidos y sus aliados europeos, que algunos analistas rusos y latinoamericanos consideran en decadencia, con una renaciente visión eurasiática rusa y sobre todo, la creciente potencia económica de China.

De acuerdo con el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), un grupo de análisis influyente en la izquierda regional, el surgimiento de Rusia y China es una oportunidad para la región, aunque advierten que la OTAN y Estados Unidos tratan de reforzar su influencia, "en un contexto de cambios fuertes en el sistema multilateral y retorno a la geopolítica dura".

En ese sentido, la declaración de amistad del PT a Rusia es su innegable derecho y una expresión de desafío ante la inevitable prevalencia del interés económico, político y social de la relación entre Estados Unidos y México.

Es también una señal de la curiosa alianza de conveniencia entre nacionalistas rusos del siglo XXI y presuntos marxistas latinoamericanos, ideológicamente anclados en los años 70. Ambos grupos toleran la disensión sólo cuando no están en el poder.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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