Mientras usa represión y autoritarismo para someter a sus coterráneos, Vladimir Putin empieza a percatarse de que la invasión de Ucrania no le deja buenos dividendos políticos a nivel nacional ni internacional.
En lo interno ha debido extremar medidas represivas para disuadir a los rusos de manifestarse libremente, en cualquier forma, contra su aventura militar, al grado de haber elevado a 15 años de cárcel las penas por insurrección política; ha hecho desaparecer prácticamente las pocas agencias informativas independientes que existían, ha limitado el uso del Internet, impuesto censura en el tipo de lenguaje empleado y castiga supuestas fake news también con hasta 15 años de cárcel.
La población empieza a sufrir el impacto de sanciones que llevaron a la salida de empresas extranjeras, la baja del tipo de cambio del rublo, escasez de bienes, creciente inflación y un desempleo que amenaza a grandes capas de la sociedad rusa.
El atropello militar a Ucrania también llevó a la polarización política en la sociedad, confrontación con el gobierno y su burocracia, divisiones familiares, y un choque entre la población madura, que aún cree en las glorias del modelo autoritario de lo que fue la URSS, y las nuevas generaciones creyentes en una mayor democracia, aunque limitadas por la dictadura. El choque es agravado porque Putin no cesa de difundir propaganda falsa respecto a las causas que lo llevaron a la guerra. A nivel internacional, el gobierno de Putin, que no la población rusa, ha sido reprobado por la inmensa mayoría de los países integrantes de la ONU.
El que Ucrania, como país libre y soberano, haya solicitado su adhesión a la OTAN de ninguna manera era pretexto para el ataque. Peor aún ¿por qué no reaccionó igual en los casos de otros países limítrofes con Rusia y ahora miembros de la OTAN?
En materia de economía internacional la invasión de Ucrania ha costado a Rusia sanciones financieras, comerciales, tecnológicas, etc., que pueden afectar su desarrollo económico. Por ejemplo el gasoducto Nordstream II, ya concluido, por el que enviaría a Europa grandes volúmenes de gas, su principal producto de exportación, ha sido cancelado.
China podría ser uno de los pocos apoyos para Putin; en febrero, durante su visita a China con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno, ambos países signaron una serie de acuerdos económicos, que según el presidente Xi eran señal de una amistad ilimitada. Tras los eventos en Ucrania, sin embargo, esa amistad no ha sido tan elocuente: en el Consejo de Seguridad de la ONU, China se abstuvo de votar a favor de Rusia. Tampoco se ha esforzado para mediar en el conflicto. El hecho es que históricamente China y Rusia siempre han sido temerosas una de la otra.
La incursión bélica en Ucrania ha sido una aberración política que ha costado miles de vidas, tanto de rusos como de ucranianos, lo que, sin duda, pone en riesgo la permanencia de Putin en el poder.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
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