REFLEXIONES CONSTITUCIONALES

La Tenacidad del Presidente

Sin duda alguna, si algo caracteriza al Presidente López Obrador es su tenacidad y su perseverancia que ha demostrado a lo largo de su vida política

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Sin duda alguna, si algo caracteriza al Presidente López Obrador es su tenacidad y su perseverancia que ha demostrado a lo largo de su vida política, así pudo encabezar un movimiento al interior del PRD que lo llevó a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal –ahora Ciudad de México—, que le permitió enfrentar el tema del desafuero y que finalmente lo llevó a la Presidencia de la República. 

Al parecer su objetivo es ocupar un lugar en la historia nacional y, para ello, ha creado una narrativa que denomina Cuarta Transformación y que tiene por objeto combatir el neoliberalismo, abatir la pobreza, terminar con la inseguridad y consolidar el poder a través de su Partido-Movimiento. 

Sus promesas de campaña las ha tratado de cumplir y quizá el mejor ejemplo sea la construcción del nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles que, si bien ya fue inaugurado, aún tiene carencias que tardaran años en solventarse: conectividad, oferta aeronáutica, rentabilidad, certificaciones adecuadas y transparencia en el manejo de los contratos de obra. 

El Presidente avanza con este acto simbólico, no obstante, los objetivos principales que conviene a la nación siguen siendo una asignatura pendiente y necesaria, pues no se ve una solución a los problemas más graves que nos afectan, que es la inseguridad, la falta de desarrollo económico, la salud pública, la eficiencia de los programas gubernamentales y, desde luego, la reivindicación de la población pobre, cuyas condiciones económicas se han agravado, al igual que en las clases medias. 

El neoliberalismo, no se combate por decreto, pues las relaciones económicas globales nos obligan a obedecer las injustas reglas de este sistema económico, que se manifiesta en la globalización y, en nuestro caso particularmente, en los Tratados de Libre Comercio, en la política monetaria, en la política fiscal y en la inversión pública.  

Por todo esto, el Presidente recurre a una narrativa llena de anécdotas y de temas irrelevantes, algunas veces francamente absurdos, como el reciente caso de “las tlayudas y las hamburguesas”; el pueblo lo escucha y lo entiende, pero los resultados cada día son mas deficientes, aun cuando pueda cumplir sus programas de infraestructura, que en realidad son objetivos de poca monta en términos macroeconómicos.  

Su discurso cotidiano sólo provoca una polarización que nos enfrenta de manera absurda. El rumbo del país no puede desenvolverse adecuadamente sobre los supuestos de la controversia, la confrontación y el enfrentamiento.  

Para reconstruir a la nación se requiere una teórica política y economía que enmarquen rutas claras y una unidad de los mexicanos para alcanzar cambios fundamentales. Existe una gran confusión ideológica. 

Qué bueno que cumpla sus propósitos de infraestructura; que malo que lo trascendental se encuentre al garete sujeto a los caprichos cotidianos. 

La Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y la Comunicación Transístmica deben realizarse bajo normas de transparencia y objetividad, aun así, falta lo esencial: la política de salud para todos, de convivencia pacífica, de desarrollo económico –a un ritmo aceptable— y de una conducción que nos dé realmente un camino, que vincule las esperanzas del pasado con las realidades del porvenir. 

La actitud perseverante y terca del Presidente debe enfocarse en metas superiores y no sólo en el poder por el poder mismo. México es mucho más que sus procesos electorales. 

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA

CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)

VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA

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