NOTAS SIN PAUTA

El Bronco, Samuel García y el ciclo interminable

Desde hace 25 años, todos los exgobernadores de Nuevo León sin distingo partidista, e inclusive, sin partido político

OPINIÓN

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Arturo Rodríguez García / Notas sin Pauta / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Desde hace 25 años, todos los exgobernadores de Nuevo León sin distingo partidista, e inclusive, sin partido político, han sido protagonistas de escándalos de corrupción y, al menos dos de ellos, han pisado la cárcel. Deberían ser más.

El período de escándalos ha sido ininterrumpido: inició con la renuncia del salinista Sócrates Rizzo a la gubernatura en 1996, luego del asesinato del abogado Leopoldo del Real, en medio de un conflicto por aguas interestatales y, sobretodo, inmerso en la disputa Salinas-Zedillo.

En su lugar llegó el priísta Benjamín Clariond Reyes-Retana, magnate regiomontano cuyo gobierno dejó hacer-dejó pasar el asunto Sócrates, hasta entregarle la estafeta a su primo y socio en Grupo IMSA, el panista Fernando Canales Clariond (1997), quien a su vez renunció (2003) para integrarse el gobierno de Vicente Fox como secretario de Economía primero, de Energía después.

Canales dejó como interino a Fernando Elizondo Barragán quien, al terminar el encargo, se incorporó como titular de Energía al mismo gabinete foxista.

Ambos, Canales y Elizondo, jamás fueron llamados a cuentas por los negocios que, estando en prohibición de ley, se realizaron con la venta de las acereras históricas regiomontanas a la trasnacional Techint: Canales, se vio beneficiado en grande con la “desinversión” en IMSA en 2007.

El conflicto de interés, como se sabe, alcanza a parientes y en este caso, Alejandro Elizondo, hermano de Fernando, era director de Hylsa, donde el mismo político panista desarrolló su carrera profesional. Hecha la transacción, Alejandro siguió el frente de la acería.

De primos, socios y amigos ha sido la política de Nuevo León. El panista Elizondo, hijo del exgobernador priísta Eduardo Elizondo, fundador del despacho Santos-Elizondo-González y otra retahíla de apellidos notables, conocidos como “Los Divinos”, entregó la estafeta del gobierno a José Natividad González Parás, cuyo padre homónimo era socio fundador del mismo despacho.

El gobierno de González Parás, quien por lo materno era descendiente del primer gobernador de Nuevo León en el México independiente, José María Parás, se caracterizó por los negocios inmobiliarios, el favoritismo a empresas constructoras como la de su suegro José Maiz Mier; la de su hermano Javier, Docsa, entre otras. Los megaproyectos urbanos florecieron en ese sexenio con millonadas en gasto. Impulsó por “delfín” a Rodrigo Medina que asumió la gubernatura en 2009. La impunidad estuvo garantizada.

Fue Jaime Rodríguez Calderón, quien se hace llamar “El Bronco”, el que intentó infructuosamente meter preso a su antecesor, Rodrigo Medina en 2017. El primero, militante del PRI desde 1980 y aprendiz de político bajo el cobijo de quien entonces era mandatario en la entidad, Alfonso Martínez Domínguez (1979-85).

Apodado “Don Halconso”, pues era el regente capitalino cuando sucedió la masacre del “Jueves de Corpus”, el maestro de “El Bronco” acusaba al Luis Echeverría de haber ordenado la masacre de estudiantes que el 10 de junio de 1971 salían a marchar en solidaridad con el movimiento de autonomía de la Universidad de Nuevo León, un conflicto estudiantil que le estalló al gobernador Eduardo Elizondo, quien recién había renunciado a la gubernatura. El apunte sólo sirve para ilustrar una vez más el aspecto familiar de la política comarcana.

Rodrigo Medina por su parte, fue priísta de cepa. Su abuelo, Ricardo Medina, fue gobernador de Coahuila; su padre, Humberto Medina, fue procurador en la misma entidad, figura clave del equipo del salinista, Rogelio Montemayor Seguy.

El lado sensible de Rodrigo Medina, como el de toda la elite “parasista”, era el inmobiliario. Y por ahí le llegó “El Bronco”, cuando en enero de 2017 intentó encausar un proceso contra el exgobernador que por todos los medios evitó su postulación forzándolo a elegir la vía independiente.

Lo detuvo unas horas y ya. Las historias de los gobernadores de de ese estado quedaron plasmadas en mi libro “Nuevo León. Los traficantes del poder” (Oficio EdicionEs. 2009), excepto la de Rodríguez Calderón, ese priísta veterano que quiso ser “independiente” y para llegar al poder acudió a todas las mañas electorales del priísmo que repetiría en 2017-18, cuando se aventó a lo bruto por una postulación presidencial en la que fue vil patiño, payaso involuntario, oferta falaz… previsible destino, misma ruta y personalidad de su carcelero Samuel García, pero a lo mirrey.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

COLABORADOR HERALDO RADIO

@ARTURO_RDGZ

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