DE LEYENDA

4-0

El Barça tiene esperanza, y al parecer está haciendo las cosas bien para salir del hoyo en el que se encontraba deportiva, económica y anímicamente, más rápido de lo que se creía posible

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Barça vs. Real Madrid es un clásico de impacto global.

En parte, porque las aficiones de ambos equipos se encuentran dispersas en varios países del mundo y porque cada una de ellas representa una visión diferente de futbol.

Desde que él Barça adoptó el enfoque de Johan Cruyff se ha debatido mucho, incluso, dentro del club, la vigencia de los postulados, su efectividad y los resultados que se pueden obtener con él, sobre todo, porque ese modelo de juego solo puede adoptarse integralmente; para que sea eficaz se debe practicar con constancia y compromiso, incluso, a pesar de los resultados.
El futbol posesional es una filosofía de juego que permea todos sus aspectos: la preparación física, el desarrollo de habilidades técnicas, que se les pide desarrollar a los jugadores, el planeamiento táctico, y la forma en que cada uno debe tomar decisiones en la cancha.

El objetivo es retener la posesión del balón el mayor tiempo posible bajo la lógica de que si el equipo contrario no tiene el balón no te puede hacer daño. El Rey del Juego de posesión es el esférico, se debe salir siempre jugando con él, hacer pases cortos y precisos, tratar de no perderlo y, si no es posible evitarlo, recuperarlo rápidamente y jugar lo más posible en cancha rival.

Es un modelo basado en el control, por ello resulta restrictivo y suele ser difícil de adoptar, requiere una comprensión profunda y gran conocimiento del equipo técnico, un compromiso del club a largo plazo, que los jugadores acepten adaptarse a un esquema altamente regulado y que la afición tenga paciencia.

A mí me gusta el juego posicional y es una de las razones que decidieron mi afición por el F.C. Barcelona, pero en los últimos años parece que el club ya no estaba, en la práctica, tan comprometido con el modelo. Aquí es donde el triunfo del domingo adquiere una importancia particular.
La temporada de La Liga 2021-2022 inició en medio de la crisis más importante del club en los últimos 20 años. Sin Messi, sumidos en graves problemas financieros, un dictamen desfavorable de tope salarial que los incapacitaba para hacer fichajes e, incluso, inscribir jugadores, con una recién nombrada nueva directiva, con jugadores muy cuestionados, ya fuera por su excesiva juventud, porque su edad se acercaba al tope que se asume ideal para la élite o por las lesiones que los aquejaban y con un entrenador muy cuestionado, parecía que la reconstrucción sería larga y, sobre todo, dolorosa.

Dolorosa sí fue. Las primeras jornadas estuvieron llenas de derrotas y él Barça cayó hasta el noveno puesto del torneo local y fue eliminado de la Champions en la primera ronda. Mientras tanto, el Real Madrid se colocó a la cabeza de la tabla en La Liga y avanzó por el torneo internacional hasta los octavos de final. Con un Vinícius Jr., un Karim Benzema y un Thibaut Cuortois en su mejor momento, un Luka Modric muy correcto y con Carlo Ancelotti bien sentado en el banquillo técnico, parecía que los dos odiados rivales se alejaban en rutas contrarias para vergüenza de la afición blaugrana.

En esas condiciones llegó Xavi Hernández. Sin pretemporada, sin margen para cambiar jugadores y con la necesidad de ganar cada encuentro o al menos sin poder permitirse más derrotas, pero, sobre todo, cuestionado por su poca experiencia como entrenador en la élite.

La carta más fuerte que Xavi presentó era su compromiso con el estilo blaugrana. Si sería capaz de implementarlo o no era una incógnita, pero con su contratación el Barça regresaba a la raíz de su etapa gloriosa, a su ADN, al modelo que le ha sido tan criticado y que también le ha dado sus periodos más luminosos en triunfos y títulos.

Y el golpeteo empezó. Si algo parece definir el modelo del juego del Real Madrid es el contragolpe. Crecerse ante el rival y meter todos los goles posibles en la primera oportunidad. Tener grandes jugadores que resulten decisivos y resuelvan un partido. Y sobre todo una mentalidad ganadora, o como los madridistas le dicen: la casta.

La verdad es que ha funcionado. El ejemplo más claro es la remontada contra el PSG en el mismo Santiago Bernabéu, apenas días antes, que les permitió avanzar a cuartos de final en la Champions.

El 4-0 significa que el Barça tiene esperanza, y al parecer está haciendo las cosas bien para salir del hoyo en el que se encontraba deportiva, económica y anímicamente, más rápido de lo que se creía posible. Significa que pueden volver a los puestos más altos de las clasificaciones españolas y europeas de la mano de Pedri, Pierre Emerick Aubameyang, Gavi, Sergio Busquets, Adama Traoré, Ferran Torres y otros jugadores sobre los que hace unos meses se decía que no estarían a la altura del reto. Para el Real Madrid es una afrenta, por eso no extraña que tras el cuarto gol la afición haya abandonado el estadio.

El resultado no es definitivo. El Real Madrid sigue a la cabeza de La Liga y es probable que la gane. El Barça aún tiene mucho camino que recorrer en su proceso de reconstrucción y en ese camino seguro habrá derrotas dolorosas. Sobre todo, la rivalidad entre ambos clubes se extenderá años y décadas aún. Pero lo bonito de una victoria así es que te recuerda que el futbol sigue siendo, más que nada, lo que hagan 22 jugadores en una cancha durante 90 minutos con un balón. Que no importa del todo si parece que tienes todas las papeletas de la victoria contigo y tampoco si estás en un obscuro y profundo hoyo, porque aun puedes salir a jugar, a pelear e, incluso, a ganar. ¡Visca el Barça! y sobre todo ¡Viva el futbol!

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924

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