COLUMNA INVITADA

La verdad no peca, pero incomoda

¿Cómo se atreven contradecir a quien se siente dueño de la verdad? ¿Es que no se dan cuenta que él maneja otros datos?

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La verdad duele, tanto tan es así que el proyecto aprobado en días pasados por 607 diputados del Parlamento Europeo, pidiendo al presidente de México garantizar la protección de periodistas y activistas, lo sacó de sus casillas. Al presidente le incomoda profundamente que le recuerden la verdad; salta en cólera ante los señalamientos contundentes de organismos que no controla, en este caso, de una instancia internacional entre la que median convenios de colaboración con nuestro país, habiéndonos comprometido a respetar los derechos humanos. López Obrador se lo tomó personal. Su reacción, a bote pronto, fue mal redactar un documento salpicado de insultos e imprecisiones en el que él solo se delata como culpable: el que nada debe nada teme.

¿Cómo se atreven contradecir a quien se siente dueño de la verdad? ¿Es que no se dan cuenta que él maneja otros datos? Le es verdaderamente incómodo constatar que, a nivel internacional, México es el país más peligroso para los periodistas, fuera de las zonas de guerra. No quiere darse por enterado de los datos duros que arrojan las fuentes oficiales en donde, al menos 47 periodistas han sido asesinados desde julio de 2018. Le incomoda sobremanera que le recuerden lo que sabemos de sobra: que la gran mayoría de los asesinatos, desapariciones o extorsiones permanecen impunes. En definitiva, monta en cólera cuando se entera que los reclamos de la población han traspasado las fronteras de un mundo globalizado en donde es imposible esconder la verdad.

El pez por la boca muere.  Sería conveniente que el presidente cuidara sus palabras si no quiere ser juzgado por las mismas con las que condena enfáticamente. Llama borregos a los que no cabrestean con él y golpistas a quienes se atreven a golpear su ego, recordándole los fracasos de la 4T. Su respuesta delata, no únicamente su falta de educación diplomática, sino que pone en evidencia, una vez más, la estrategia populista de sus conferencias mañaneras en las que la retórica de abuso y estigmatización, de quienes considera sus adversarios, ha generado un ambiente de malestar y agitación incesante.

 En su afán de distraer la atención de los tropiezos de su gobierno, López Obrador ha propiciado una dinámica en la que privilegia la descalificación verbal y la burla, incitando en el espacio público de las redes sociales, expresiones que se le regresan como bumerang en burlas y faltas de respeto. En sus declaraciones desorganizadas no hay filtros, ni una selección de temas cuidadosamente pensados. ¿Qué necesidad de cuidar las palabras, seleccionar los argumentos o matizar las opiniones cuando se trata de alborotar el gallinero, de crear confusión e incitar actitudes polarizantes? Todos éstos son incentivos perversos que han ido deteriorando la calidad del debate público.

¿Dónde quedó la integridad, el amor a la verdad y la buena fe?  Hay integridad cuando se excluyen del vocabulario palabras hirientes y faltas de respeto, cuando se toman en cuenta los argumentos contrarios, cuando se dedica tiempo a investigar la veracidad o falsedad de los hechos, cuando no se inventa una polémica donde solo existen diferencias legítimas de opinión. No se trata de renunciar a las propias convicciones, el ideal tiene que ver con el respeto que se debe a los demás y a uno mismo, procurando que las palabras que se lanzan al vuelo no contribuyan a deteriorar la investidura que se representa y a ensuciar el espacio público.

La verdad no peca, pero incomoda; lo cierto es que no podemos tapar el sol con un dedo.

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO

PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

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