LA NUEVA ANORMALIDAD

Ruleta rusa

Matthew Girling, ex director de la casa de subastas Bonhams, ha llamado a coleccionistas a boicotear Phillips, otro de los grandes comerciantes de arte en el mundo

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Matthew Girling, ex director de la casa de subastas Bonhams, ha llamado a coleccionistas a boicotear Phillips, otro de los grandes comerciantes de arte en el mundo. Philips nació en 1796 como empresa británica, y se mantuvo como tal hasta 1999, cuando pasó a ser propiedad primero francesa y luego suiza. A raíz de la invasión rusa, ha donado más de 7 millones de dólares a la Cruz Roja ucraniana y manifestado de manera pública su repudio a la ofensiva militar. Sin embargo, a partir de 2008 Philips incorporó capital ruso, y desde 2012 pertenece por completo a un conglomerado de comercios de lujo de aquel país, el Mercury Group: tal es la razón detrás del boicot planteado.

El dilema moral resulta fascinante: por un lado, la actuación política de Phillips ha sido impecable; por otro, es cierto que, al ser empresa de capital 100 por ciento ruso –cuyas ventas en 2021 alcanzaron unos nada desdeñables mil 200 millones de dólares–, tener trato comercial con ella se opone al bloqueo económico que hoy constituye única arma de presión de Occidente a Rusia en defensa de Ucrania.

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El caso del cine, sin embargo, es otro. Según reportara el New York Times el 4 de marzo, el Festival de Cine de Glasgow excluyó este año toda película rusa, incluidas una del cineasta ruso ucraniano Kirill Sokolov y otra del ruso Lado Kvataniya, cuyas críticas a Putin le han valido censura en su país. ¿Vale más limitar los magros beneficios económicos que pueda reportar a Rusia la exhibición de dos películas en un festival mediano que silenciar la voz de dos artistas disidentes? Difícilmente. Pero la reacción de la Academia de Cine Europeo ha sido idéntica –al excluir toda cinta rusa de sus premios de este año– y la del Festival de Cine de Venecia –que, redolente del Metropolitan Opera House en el caso Anna Netrebko, sólo aceptará obras de rusos “que se opongan al actual régimen”– no resulta más alentadora en términos de respeto a las mismas libertades que viola Putin. Sólo parece auténticamente democrática la respuesta del Festival de Cannes, que ha vetado toda presencia institucional rusa de su palmarés de este año pero sigue abierto a la obra de cineastas rusos, sin condicionamiento económico o ideológico.

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Ya en el terreno de lo discriminatorio y de plano absurdo, la Ópera de Polonia ha cancelado su producción del Boris Godunov de Mussorgski, la Filarmónica de Zagreb ha proscrito a Tchaikovsky de su repertorio, y fue menester una amplia protesta digital para que una universidad milanesa restituyera el curso sobre Dostoievsky que había decidido cancelar por razones políticas: más que tiros certeros, ruleta rusa.

El enemigo es un régimen, no una sociedad y una cultura. Mientras no tengan eso claro las buenas conciencias, flaco favor estarán haciendo a la democracia que dicen defender.

Nicolás Alvarado

IG: @nicolasalvaradolector

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