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Un sexenio sin justicia

“Un buen juez por la casa empieza. Pondremos orden en la cúpula del poder, porque la corrupción se promueve y se practica fundamentalmente desde lo alto hacia los niveles inferiores.”

OPINIÓN

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Carlos Zúñiga / Acceso Libre / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

“Un buen juez por la casa empieza. Pondremos orden en la cúpula del poder, porque la corrupción se promueve y se practica fundamentalmente desde lo alto hacia los niveles inferiores.” Decía un vitoreado López Obrador en su toma de posesión como Presidente de la Republica el 1 de diciembre de 2018. Palabras que pronto se volvieron huecas, porque la justicia en México sigue practicándose de manera selectiva y vengativa desde la cúpula del poder y con la venia de Palacio Nacional.

Los casos de Rosario Robles, Emilio Lozoya, los científicos perseguidos del Conacyt, el asesinato de periodistas, el silencio cómplice frente a los conflictos de interés, las venganzas personales al interior del propio gabinete, y los revanchismos familiares, son solo algunos ejemplos de muchos para poner en entredicho la integridad de la Fiscalía General de la Republica. De acuerdo con el “Colectivo vs la Impunidemia” lo único que ha hecho el Fiscal General ha sido cambiar el marco normativo para acomodar las instituciones a su visión, en los que ha dado la espalda a la sociedad y ha convertido a la FGR en una institución más opaca de lo que era.

Ha sido un trienio perdido para la justicia. Tan solo en 2020, de acuerdo con el mismo Colectivo, se redujo un 30 por ciento el número de investigaciones. El rezago institucional fue del 52 por ciento, además de que incrementó el uso de la prisión preventiva oficiosa, pasó de 71 a 83.8 por ciento.

México Evalúa informó que 94.8 por ciento de los delitos queda en la impunidad; esta cifra aumentó desde el 2019, cuando se instaló en el despacho el nuevo fiscal.

El estrepitoso fiasco de la FGR y de la tan ansiada justicia cacareada por la 4T, se veía venir desde que se impuso al Fiscal. Es anecdótico que para su designación no se dio un proceso de convocatoria abierta, el Senado no evaluó su independencia, experiencia y honorabilidad, mucho menos participó la ciudadanía y las víctimas en el proceso de designación. Una imposición.
Además, el fiscal enfermó. En la pandemia casi no salió de su casa. Ahora va poco a la oficina y no atiende actos públicos.

Es revelador el cinismo del Presidente cuando declara que le tiene confianza al Fiscal porque puede que se tarden los procesos para la integración de los expedientes, pero declara que no hay impunidad. Su palabra basta para borrar de su realidad lo que a todas luces es una enorme decepción en materia de impartición de justicia y de Estado de Derecho, que dicho sea de paso, se
encuentra en su momento de mayor vulneración.

Los affaires del fiscal no son secreto para nadie, ni están lejos de la intriga de Palacio Nacional. La grilla ha costado varias cabezas, pero alineado al discurso del Presidente, ha decidido descargar su incompetencia en el gastado discurso lopezobradorista de victimización; recientemente declaró

“Estamos frente a una verdadera extorsión mediática criminal. Eso para poder lincharme”. ¡Qué achicado fiscal y pobre de la justicia!

Un sexenio perdido.

POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ 

@CARLOSZUP 

MAAZ