UNA CHAIRA EN EL HERALDO

Carta a Marcela Figueroa por la marcha de mujeres

Optaste por la estrategia más difícil de balancear: que no se perdiera la gobernabilidad, pero que tampoco se agrediera a quienes marchan

OPINIÓN

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Fernanda Tapia / Una Chaira en El Heraldo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Querida Marcela Figueroa: cuando fui invitada a asistir a una reunión en tus oficinas ya muy cercana la fecha al 8M, tuve mis dudas, porque definitivamente pensé que terminaría siendo cómplice de algún terrible complot en contra de las manifestantes. 

Al llegar, el ambiente no era tan cordial entre las compañeras feministas ahí reunidas… más bien
parecía que todas sospechábamos una de la otra;
¿qué hacíamos allí? 

Me tranquilizó tu actitud abierta, tu seguridad y tu conocimiento. Tu claridad feminista que ha luchado en un entorno verdaderamente violento y patriarcal, como es la organización policial. 

Y empecé a entender que lo que necesitabas era sólo “compartir” y no la aprobación de un plan largamente desarrollado. Y del que tú estabas muy segura. 

Ganadora en la rifa del tigre, como orquestadora de la seguridad de todas las partes, tú optaste por la estrategia más difícil de balancear: que no se perdiera la gobernabilidad, pero que tampoco se agrediera a quienes marchan exigiendo sus derechos. Y que lo único que piden es que esta lucha contra la corrupción y la impunidad de la 4T, se extienda hasta los MP, los juzgados, los feminicidios. 

Nada parecía más difícil. Compañeros tuyos de gobernanza ya habían pronosticado una marcha VioleNta. ¡Tú seguías creyendo en una marcha Violeta! 

Llegó el día y te quiero contar cómo se vivió en
medio de esas 75 mil almas que tú seguramente supervisabas en el “cuarto de crisis” con tus mejores deseos y confianza. 

Los kilómetros de bardas metálicas no gustaban, pero al final funcionaron como ese papel que ponen los papás en las paredes de un departamento, para que su retoño raye, se desfogue y no acabe con la casa. 

Al momento de la llegada de algunas integrantes del llamado Bloque Negro, la sensación no fue de temor sino de euforia. 

Incluso las mujeres de todas las edades y distintos feminismos aplaudían y gritaban emocionadas cuando se plasmaba alguna pinta contundente. 

Al pasar tres peligrosísimos cuellos de botella que
el camino ofrecía (no provocados por tu organización, como el plantón de los pueblos originarios frente a BELLAS ARTES), esa llegada a la plancha del Zócalo
era fiesta. 

Había performance, baile, música. Bengalas color morado. Un grupo hacía catarsis golpeando las enormes bardas de metal. 

Quienes no participaban de ese accionar, ovacionaban,reían o miraban entretenidas. A punto de caer ese enorme semáforo (elemento simbólicamente tan fálico), se escuchó a coro: “lo vamos a tumbar”. Y se refería al sistema patriarcal. Cuando cayó, el rugido feliz de miles de mujeres unidas en un grito era:  “fuimos todas”. 

Una flor en manos de las polis les regresaba su dimensión humana y no eran sólo un objeto que podía recibir la furia de las marchistas. 

Y te llevaste las palmas al salir con tu uniforme al lado de nuestras hermanas y compañeras de la policía marchando sororas. 

Lo lograste. Lo logramos. Un aplauso y un abrazo por este avance.

POR FERNANDA TAPIA
DENUNCIAS@FERNANDATAPIA.COM 
@TAPIAFERNANDA

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