COLUMNA INVITADA

Ucrania: bastión de la democracia

Putin ha pasado más de dos décadas consolidando su poder, reconstruyendo al ejército de Rusia y desestabilizando a sus enemigos

OPINIÓN

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Lila Abed / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El presidente Vladimir Putin está poniendo a prueba la resiliencia o debilidad del sistema internacional actual. La invasión rusa de Ucrania, considerado el conflicto más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, es una muestra de la batalla ideológica entre la democracia y la autocracia.

La democracia ha estado en declive en todo el mundo durante más de 15 años, en gran parte por el auge de líderes autocráticos que amenazan con reemplazar al sistema internacional por uno que refleje sus intereses y visión de Estado.

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Putin ha pasado más de dos décadas consolidando su poder, reconstruyendo al ejército de Rusia y desestabilizando a sus enemigos. Ha socavado repetidamente los movimientos democráticos y los levantamientos populares. Intervino en las elecciones en Estados Unidos y de otros países.

Su estrategia de reposicionar a Rusia como una hegemonía regional relevante, restaurar el Imperio Soviético, y expandir su poderío en Europa del Este, se remonta a sus agresiones contra Georgia en 2008 y la anexión de la península de Crimea en 2014. Quiere terminar con el actual orden global y ha demostrado estar dispuesto a hacer lo necesario para lograrlo, incluso con acciones como poner en alerta máxima sus fuerzas nucleares.

Las metas de Putin no son precisamente ideológicas, no comparte el fanatismo del comunismo de sus antecesores. Las ambiciones del líder ruso son más egoístas. Como buen autócrata, su principal objetivo es mantenerse en el poder y ampliar la influencia global de Rusia, para quedar posicionado como un gobernante capaz de desafiar a Occidente y a Estados Unidos.

Los miembros de la OTAN, los integrantes del G7, Estados Unidos, y otros países aliados han respondido con sanciones económicas severas, destinadas a debilitar a las instituciones financiares rusas, a los oligarcas y a sus familiares del país, al propio Vladimir Putin, y al Banco Central de Rusia, pero ciertas sanciones tomarán tiempo para que el Kremlin sienta los efectos. Putin estratégicamente ha preparado a su economía para resistir las consecuencias económicas de Occidente.

El gran peligro por delante es que Putin decida invadir a otros países, como Letonia, Polonia, Lituania, los cuales son miembros del OTAN. En este caso, la Alianza entonces podría activar el Artículo 5 de defensa colectiva, que estipula que un ataque a un miembro se considero un ataque a todos los miembros. Por otro lado, si Putin decide lanzar ataques cibernéticos contra infraestructura crítica de algún miembro de la Alianza Transatlántica, también podría ser motivo para aplicar el Artículo 5, ya que la OTAN ha confirmado repetidamente que el derecho a la autodefensa se extiende al ciberespacio.

La batalla inmediata está en el terreno, y los ucranianos, a pesar de recibir apoyo de Occidente, se han quedado solos frente a su enemigo. El mayor defensor de la democracia hoy se llama Volodymyr Zelensky y el pueblo ucraniano que han hecho más para transformar la política de Occidente hacia Rusia que en los 30 años posteriores a la Guerra Fría. Si los países occidentales han aumentado las represalias contra el Kremlin es porque Kiev los ha presionado, no por su propia voluntad.

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Es cierto que Putin está aislado, la mayoría de sus aliados lo han abandonado, y la comunidad internacional ha reunido esfuerzos de múltiples organizaciones y países para condenar la agresión rusa.  No obstante, el mensaje que manda el orden global a las democracias del mundo es que tienen que pelear solas por su existencia.

La caída de Kiev marcaría el fin de una democracia, y que Putin consiguiera redefinir las fronteras por la fuerza (aunque sea la anexión de Crimea) representaría la derrota de la libertad y la autodeterminación de las naciones, la violación flagrante del concepto de soberanía, integridad territorial e independencia de las naciones. Sería una victoria de la autocracia sobre la democracia.

POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED

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