LA ENCERRONA

Vivir con miedo

Esto es aún más inquietante cuando la violencia, tal y como la humedad, va enmoheciendo nuestras vidas, hasta llegar a corroer el tejido social

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Entre todas hay menos miedo, nos hacemos una sola”, Victoria Paz, busca a su marido y tres hijos desde el 2013.

La falta de seguridad en México es insostenible. Las y los mexicanos vivimos la intranquilidad cotidiana de ser despojados de nuestros bienes, de nuestras personas y quizá de la vida misma, ya sea en el transporte público, en las avenidas de cualquier ciudad, caminando por la calle o en algún negocio que llegue a ser asaltado durante la estancia infortuita. Esto es aún más inquietante cuando la violencia, tal y como la humedad, va enmoheciendo nuestras vidas hasta llegar a corroer el tejido social en todo el territorio nacional.

En la primer visita del Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada (CED) en noviembre pasado, no solo les dejó sorprendidos las cifras de personas desaparecidas, las más de 50 mil personas fallecidas sin identificar, los cientos de fosas clandestinas o que durante los once días que duró su estancia desaparecieran cien personas más, lo que más llamó su atención fue la desesperanza de justicia que se vive en el país, el paradigma de “crimen perfecto” respecto a las desapariciones, el ciclo de revictimización a los familiares y amigos, el número de memoriales repartidos por todo el país, así como las decenas de colectivos búsqueda y (como en el caso del movimiento feminista) que estos no sean atendidos por las máximas autoridades estatales y/o federales.

En este sentido, el caso de las personas desaparecidas en nuestro país tendría que ser la prioridad del gobierno y sociedad, puesto que reúne todos los requisitos de la decadencia social. Uso de violencia, ausencia total de derechos humanos, completa opacidad e ineficiencia por parte de las autoridades, angustia y revictimización hacia los familiares, miedo y horror. A esto se le debe sumar la insensibilidad de algunas personas servidoras públicas y de sectores de la sociedad que repiten la frase desalmada de: seguro andaba en malos pasos. Qué fácil se normalizan las desapariciones en este país.

Pero, en un país de 126 millones de habitantes no es normal que más de 95 mil personas se encuentren desaparecidas-no localizadas. Si bien conocemos la historia cruenta de las dictaduras latinoamericanas donde el Estado fue el protagonista principal de las desapariciones forzadas, en México no se pasó por esta terribles páginas históricas. Lo que tenemos en nuestro país es distinto, los perpetradores de esto es adjudicable a la delincuencia organizada, con sus brazos armados, su creciente presencia en cualquier ámbito y, sobre todo, con la impunidad que ofrece el estado, ya sea por incapacidad o por corrupción.

Otro de los graves problemas que envuelven a este tema es que no cesa. Este fin de semana trascendió que un joven de tan solo 16 años fue sacado de manera violenta de su casa (¡de su casa!) en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, para dos días después encontrarlo muerto a pocos kilómetros de su hogar. Otra historia desgarradora que se une a los casi cien mil casos que tenemos en el país. Tenemos que detener esta crisis de personas desaparecidas, los gobiernos y sus fiscalías deberán frenar que ocurran, eliminar la impunidad con la que operan los perpetradores y, como sociedad nos corresponde ser empáticos con sus familiares y colectivos de búsqueda. No podemos vivir con miedo.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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