COLUMNA INVITADA

Evolución de las escuelas: mente y emociones

La evidencia indica que la incertidumbre que conlleva vivir en pobreza parece ser un factor de las enfermedades mentales

OPINIÓN

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Carlos González / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México

La tragedia mundial de la pandemia ha generado —y continuará acelerando— un sinfín de cambios, evoluciones y reflexiones sobre distintas actividades escolares. La escuela que dejamos atrás en 2020 ya cambió, pero sobre todo cambiaron los estudiantes que le dan vida y sentido, así como también docentes y familias que crean comunidad. Sin embargo, la clase política continúa sin preocupación ignorando la evidencia sobre los impactos en el tiempo, recortando presupuestos y sin ninguna ruta para la atención de las emociones en la escuela, mucho menos para la promoción de la salud mental.

Desde Mexicanos Primero, en colaboración con el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), la Universidad Veracruzana y el Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES), visitamos (en mayo y diciembre 2021) una muestra representativa de hogares de estudiantes entre 10 y 15 años que asisten a la escuela pública y eran beneficiarios de programas sociales en 2019.

Equidad y Regreso es el primer estudio en México que explora la ansiedad y el bienestar de los estudiantes, buscando entender más allá del aprendizaje, qué pasa por la mente de los estudiantes y cómo ha afectado el aislamiento social en sus sentimientos, pensamientos y emociones. Sólo cuando la mente se encuentra conectada socialmente y segura emocionalmente, se puede poner foco en lo académico y el aprendizaje.

Con información del Coneval, el Pacto por la Primera Infancia identificó que la brecha de pobreza entre la población general (43.9%) y la de la Primera Infancia (54.3%) es de 10 puntos porcentuales (Pacto por la Primera Infancia, 2021). La evidencia indica que las preocupaciones y la incertidumbre que conlleva vivir en situación de pobreza parece ser un factor importante de las enfermedades mentales, al igual que los efectos de la pobreza en el desarrollo infantil y el entorno vital. Lo peligroso es que hay trampas psicológicas de la pobreza, donde las personas más vulnerables podrían quedar atrapadas en un círculo vicioso, con efectos desproporcionados en la población infantil (Ridley et al., 2020).

La agenda política hace oídos sordos a la educación. Ante la compleja realidad y una gerontocracia que apuesta a grandes obras de infraestructura, los derechos de las personas, especialmente las más pequeñas, están al último. Hoy y en el futuro, será necesario invertir, crear e impulsar intervenciones que interrumpan la transmisión intergeneracional de la pobreza, integrando los desarticulados sistemas de salud y educación.

La pandemia nos ha enseñado y permitido reevaluar la importancia de la salud mental en las escuelas, así como evolucionar en el entendimiento, la identificación, la expresión, la regulación y el reconocimiento de lo que sentimos y pensamos. La evolución de las escuelas en el mundo es inminente, pero en México vamos en sentido contrario.

POR CARLOS GONZÁLEZ SEEMANN

INVESTIGADOR DE MEXICANOS PRIMERO

@MEXICANOS1O

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