PASIÓN POR CORRER

Las carreras del amor

Por estas y muchas otras razones agradezcamos siempre a esa persona que hace equipo con nosotros, y que aún sin correr, empatiza y nos comprende

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dice la sabiduría popular que, "el amor siempre tiene prisa y a veces, cuando nos enamoramos, también nos aceleramos y queremos correr en pos de la persona amada". No es bueno amar a la carrera y para eso siempre habrá que tomarse su tiempo, pero a veces el ímpetu y la pasión, nos hace apurar el paso y correr detrás de la ilusión de estar enamorados.

Amor y carrera son dos conceptos que, en la poesía y en las metáforas siempre van de la mano, pero en la vida real, no siempre es fácil combinar el gusto por correr con una relación de pareja. Los corredores, por definición, somos locos solitarios, que disfrutamos de la sensación de libertad que nos da el movimiento y que, cuando nos contagiamos de la pasión por correr, a veces tenemos que compartirla con otras pasiones, incluída la del amor, y eso no siempre resulta sencillo.

El perfil de un corredor amateur es el de una persona de entre 20 y 60 años, los que comparten esta afición con pareja son los menos, la mayoría tiene novio (a), esposo (a) ajena al mundo del atletismo, y cuando llega el día que un corredor decide preparar una carrera, un maratón, por ejemplo, las cosas cambian para quien no corre. Y es que él o ella, aunque no salgan a entrenar, de alguna forma preparan también el maratón con nosotros.

Su paciencia es infinita, no sólo aguantan nuestras levantadas de madrugada los fines semana, soportan interminables pláticas sobre nuestros tiempos y distancias, nos apoyan en los malos momentos, y son los primeros en disfrutar y celebrar nuestros logros. Y diría además: el día de la carrera soportan estoicamente, por no sé cuánto tiempo de pie en la acera o cerca de la meta sólo para vernos pasar y animarnos a seguir.

Cuántos comentarios no se habrán tenido que guardar cuando nos ven salir en invierno luciendo ridículos cubiertos de pies a cabeza, algunos hasta con pasamontañas o cuando llegamos a casa sudados, mugrosos y malolientes, porque nosotros no nos damos cuenta de cómo olemos; al menos, no nos damos mucha cuenta de lo nauseabundos que podemos llegar a ser.

Bueno, hasta los horarios de casa se adaptan a nuestros entrenamientos, por mucho que tratamos de que no interfieran en las rutinas domésticas, terminamos por cancelar compromisos para no desvelarnos o nos dormimos a media serie o película, porque esa misma mañana otro tipo de series, las de 400 metros, nos dejaron agotados.

Otro claro ejemplo de cómo nuestras parejas entienden nuestra necesidad de correr, es cuando hacen maletas y viajan con nosotros cuando se nos ocurre inscribirnos en una carrera en otra ciudad, hasta ahí nos siguen, nos animan, nos esperan, y su compañía nos hace sentir tan bien.

Por estas y muchas otras razones agradezcamos siempre a esa persona que hace equipo con nosotros, y que aún sin correr, empatiza y nos comprende. Contar con alguien así es un privilegio, por lo que jamás debemos anteponer nuestra afición a sus necesidades, ni a las actividades propias de una casa o se van a hartar de nosotros. Seamos sensibles, considerados y generosos. Nada como el amor puede tener en sí mismo otro motivo que ver feliz a ser amado.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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