DESDE AFUERA

¿Entre indiferencia y falta de respeto?

La forma en que López Obrador abordó la situación con Panamá se notó en la región y no ayuda a la imagen de México o su administración

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La tormenta en las relaciones entre México y Panamá ha sido una tempestad en un vaso de agua, pero deja mal sabor de boca entre dudas de que el roce haya terminado.

Primero, porque para sus críticos puso de relieve el carácter improvisacional con que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador parece asumir las relaciones exteriores, sea en cuanto al nombramiento de embajadores como en lo que se refiere a la dirección de la política exterior. 

Ciertamente, no es la primera administración mexicana que hace nombramientos controversiales, aunque en la inmensa mayoría de los casos anteriores se observaron las formas, una omisión que es parte del problema actual.

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Segundo, porque se percibe como una falta de respeto a un país pequeño y así lo han hecho saber los panameños. No importa si el gobierno de esa nación es "neoliberal" o no es parte de la "marea rosa" latinoamericana y, por tanto, de menor interés para Palacio Nacional o sus aliados. 

AMLO acusó a la canciller Erika Mouynes de actuar como "la Santa Inquisición", luego de hacer saber a la SRE mexicana su rechazo al nombramiento del historiador Pedro Salmerón como embajador en Panamá.

Mucho se ha escrito sobre las faltas a las reglas de las relaciones internacionales al anunciar un nombramiento de embajador sin haber consultado al país receptor. 

La verdad es que un mínimo escrutinio hubiera evitado el que resultó de inmediato en un nombramiento polémico. El escándalo alrededor de la designación, basado en las afirmaciones sobre su conducta, habría sido un argumento en contra para cualquier país, sea el que lo envía o el que se esperaba lo recibiera.

Peor aún, el gobierno mexicano mantiene una serie de solicitudes de extradición a Israel contra el escritor y exdiplomático Andrés Roemer, acusado también –pública y penalmente– de hostigamiento sexual.

Para complicar más las cosas, como signo de su irritación, el presidente López Obrador anunció, sin consulta protocolar, la sustitución de Salmerón por la activista Jesusa Rodríguez, calificada en Panamá como "una feminista radical", que aunque probablemente sea aceptada, enfrenta de antemano expresiones de reserva en una sociedad mayormente conservadora.

De hecho, el estilo personal de Rodríguez ha sido resaltado los últimos días en la prensa panameña, que la ve como un segundo error, porque ocurrió "de forma intempestiva y poco preparada", según calificativo de Rodrigo Noriega en el diario panameño La Prensa.

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La administración de López Obrador no ha considerado la política internacional como una prioridad, aunque es justo señalar que trata de hacer un difícil balance entre la importancia de la relación con Estados Unidos y su identificación con la izquierda latinoamericana.

Pero justa o injustamente, la forma en que nuestro Presidente abordó la situación con Panamá se notó en la región y no ayuda a la imagen de México o su gobierno.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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